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Séptimo festival de las artes, ciencias y humanidades


Dr. Raúl García Miranda | M.V.Z. Luis Arturo García Domínguez | M.V.Z. Beatriz Figueroa Andrade


Mi buen amigo Ramón me llamó por teléfono y antes de saludarme, empezó a decirme: ¿Se equivocaron?, ¿se confundieron? No me respondas, ¡claro que se equivocaron! Es un evento de gran trascendencia, importancia y nivel, organizado por la UNAM plantel León. Sin embargo, participan instituciones de gran prestigio como el Centro de Investigaciones en Óptica, la Universidad de Guanajuato, el Instituto Tecnológico de Monterrey campus León, el Instituto Estatal de Cultura a través del Forum Cultural, el Teatro del Bicentenario, el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, la Biblioteca Central Estatal, el Centro de Ciencias Explora y otras. Además totalmente gratuito, no hay fines de lucro. Asimismo, el evento es presencial y en línea como a cada quien le convenga. Es un “eventototote”. Así es que seguramente sí se equivocaron. O explícame tú, cómo es que en un evento así, la plática que abre tal acontecimiento tenga como tema los perros.


A ver, a ver mi querido Ramón, cálmate y nos amanecemos, le respondí. Déjame te platico. Efectivamente, en este Festival de artes, ciencias y humanidades, los perros fueron el tema de la primera plática. La conferencia inaugural fue canófila. ¿Cómo fue esto? Pues cuando se abrió la convocatoria para el Festival llené el formato de propuestas y sugerí una plática con un tema del que tengo mucho material, titulado: “La palabra hablada y la palabra ladrada. Pláticas entre un humano y un perro.” Ciertamente, hice la sugerencia pensando que tal vez no se aceptaría; el ponente era chafa, o sea yo, y el tema no es uno habitual; además, las instituciones de respaldo eran absolutamente desconocidas fuera (y tal vez dentro también) de la canofilia, Triaca Organización Canófila y la Academia de la Lengua Humana y Canina de Pénjamo con sede en León.

Sin embargo, uno sabe y lo sabe bien, que el NO, siempre lo tienes, así es que hay que ir por el SÍ. Desde luego que pensé, los ponentes teóricos y prácticos son humanos de gran formación artística, científica y humanística. Seguí pensando: tal vez el fallecido Resortín, el Pastor de Shettland, no tenga oportunidad de expresar a través de mí su sabiduría. Porque la sabiduría del perro se coleccionó sólo en la Academia de la Lengua Humana y Canina de Pénjamo con sede en León. Así es que pocos la conocen. Seguí pensando: al no tener el Resortín una licenciatura, una maestría, un doctorado o incluso estudios post-doctorales, como los demás participantes, tal vez no nos vayan a aceptar como participantes activos o ponentes.

Total mi buen Ramón, envié mi propuesta y no recibí respuesta alguna. Nadie me dio siquiera un acuse de recibo. Bueno, seguí pensando, la propuesta no fue aceptada. Pero como diría el Chapulín Colorado: ¡chanfle! Que recibo un comunicado donde se me informa que la propuesta fue aceptada y que la primera conferencia del Festival es: La palabra hablada y la palabra ladrada. Sería virtual, en línea y transmitida por las redes sociales de la UNAM. ¡Cállate los ojos Ramona! (Esta Ramona no tiene nada que ver con mi amigo, mi hermano Ramón) ¿Y ‘ora’, qué hacemos? A ver, a ver ¿hacemos o haces tú?, ¿por qué hablas en plural, si nomás estás tú?


Lo que seguía por hacer era darle a la plática un formato para personas, mujeres y hombres, no canófilos. Y me preguntaba: ¿cómo podré hacer interesante una plática de ética canófila a seres humanos no canófilos, es más, a personas que a lo mejor ni les gustan o les disgustan los perros? La plática tenía un título: La palabra hablada y la palabra ladrada, pero también tenía un subtítulo: Conversaciones entre un científico humano y un perro sabio. El subtítulo tenía la intención de atraer hacia la plática a quienes gustan de las artes, las ciencias y las humanidades.


Llegada la fecha debía conectarme por zoom a la plataforma de la UNAM campus León y desde ahí una amabilísima persona de sistemas, la maestra Tere Orozco, la transmitiría por el Facebook de la UNAM León. Así lo hice y desde el punto de vista técnico todo salió muy bien, no gracias a mí, sino a la maestra Tere Orozco.


Sin embargo había una gran inquietud de mi parte. El tamaño del impacto de la plática en dos sentidos. Uno, si hubo gente conectada o bien personas que después lo hicieron. Y dos, la opinión de las personas sobre el tema. Lo fundamental del tema eran los siguientes puntos: Uno, la palabra más poderosa es la de Dios y para denotarlo puse tres ejemplos, la Palabra de Yahvé en la Biblia, la palabra de Alá en el Corán y la palabra de Buda en las tablillas budistas. Dos, como la palabra de los seres humanos ha ido perdiendo valor y para ser creída hoy, se tiene que poner por escrito, requiere tener testigos además de un fiador, etc. Y tres, como la palabra de un perro siempre es verdadera cuando transmite alegría, enojo, dolor, tristeza, etc.

Cuando tú crees que el tema que tratas en una plática o en un escrito puede generar controversia, debe estar planteado con mucho respeto. ¿Por qué? Porque quien no piense como tú, tiene el mismo derecho que tú de hablar, de ser escuchado y ser considerado en igualdad de circunstancias. Esto no es un asunto de género, ni de clase social, ni de nivel de estudios, ni de capacidad económica, la tolerancia basada en el respeto mutuo es la base de la plática de un tema controversial.

Sabía que si hablas de Dios, sea Yahvé, Alá o Buda, se pueden generar opiniones en contra u opiniones controversiales. También sabía que la palabra humana desde el punto de vista de su valor medido a través de ser verdadera, podía ser controversial porque no es el único valor que tiene la palabra humana, además de veraz, puede tener otras características que la enriquecen o la empobrecen. Y finalmente, el hecho de hablar con un perro sabio en una academia de la lengua, podía incluso ser motivo de mofa. Para muchas de las mujeres y hombres los perros no hablan, menos son sabios y la academia de las disertaciones del perro ¿de dónde salió?


El énfasis de la plática estaba en la palabra ladrada. Desde mi punto de vista, la palabra de Dios es superior a todo, sin embargo, ese no era el centro del tema. El centro del tema era aprender de los perros, la honestidad de su palabra, de su mensaje, de su comunicación. Ciertamente, el perro practica de manera eficiente la comunicación no verbal, sino con actitudes, lenguaje corporal, etc. Estoy consciente que cuando estás en ambientes no canófilos y dices que hablas con tu perro y él habla contigo, simplemente no te creen. Tal vez con buena intención, tal vez por desconocimiento, pero no te creen. Y cuando dices que haces juntas con los perros y analizan asuntos de vital importancia para humanos y perros, entonces sí las personas creen que deberías ir con el "loquero".

Sin embargo la plática se realizó, hubo gente que se conectó en el momento y la que se conectó después, ya que quedó grabada y disponible. También hubo algunos comentarios a favor y otros en contra. Empero, lo que más me sorprendió no fue que estuvieran a favor o en contra de mi opinión y/o de la del Pastor de Shettland -el Resortín-; lo que me sorprendió fue el comentario de varias personas sobre el hecho de que ellas y ellos se comunican con sus mascotas.


En mi infancia, en Pénjamo, aprendí de un susurrador de caballos, un aborigen chichimeca, que se puede hablar con los animales. Él hablaba con los caballos, con las yeguas y potros broncos que nunca habían sido montados, los convencía hablando con ellos que le permitieran montarlos. Con este chichimeca fui en varias ocasiones a la Barranca de los Remedios en la sierra de San Miguel, en Pénjamo y lo veía chiflarse con los pájaros, una vez lo vi regañar a un coyote y éste, con la cabeza gacha, aguantó el regaño por unos minutos y se fue. Así es que para mí, desde niño es un hecho real la comunicación con los animales.


Sin embargo fue muy agradable escuchar, más bien leer en sus comentarios, que existen seres humanos, mujeres y hombres, que son capaces de comunicarse con sus mascotas de una manera real. Ni la mascota habla un idioma usual en los humanos, ni estos hablan en “idioma perro” o en “idioma gato” o en “idioma pájaro”, pero la comunicación se da.

Los perros, los perros, caramba, los perros. Quienes tenemos esta pasión y la anteponemos a otros gustos, solemos abrir camino donde no lo hay para promocionar la canofilia. A veces somos bien aceptados, en otras recibimos duras críticas, en ocasiones somos considerados "psiquiátricos", pero no nos importa. ¿Cuántas facetas tiene la canofilia? No lo sé. Pero vale explorar las que se nos van ocurriendo.

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