Por Francisco Solana Martínez | Director del Museo y jardín Botánico Nuttall.
Cuando pienso en esos espléndidos animales originados en ambientes tan rígidos, amplifico mi admiración y crece también mi curiosidad entorno a entender mejor el momento de la domesticación del lobo, eslabón crucial para entender mejor a los perros domésticos actuales.
Debió ser en aquellas latitudes de Chucotka, en la actual Rusia, donde posiblemente los miembros de la comunidad humana en algún momento, bajo esos espesos ambientes nivales, difíciles inclusive para poder ver a mediana distancia, posiblemente se encontraron con una camada de cachorros de lobo, probablemente al protegerse en una cueva dieron con el cubil de una loba y al defenderse y pelear dejaron indefensos a los críos. Posiblemente uno o dos de ellos pudieron haber sido adoptados por aquellos humanos de hace más de trece mil años para que diera inicio la historia de solidaridad y asociatividad entre el humano y el can.
Así que hablar de la raza Husky es hacer mención de una “jerarquía canófila” en lo que se refiere a uno de los estados más antiguos en la historia del perro doméstico. Existe quien piensa que la vinculación se extiende en el tiempo y se remonta al momento mismo en el que las poblaciones humanas, posiblemente siguiendo a las manadas de animales herbívoros de los cuales se alimentaba, cruzaron el estrecho de Bering que une América con Asia.
A través de ese formidable pasadizo que facilitó el acceso paulatino a pequeños grupos de personas, algunas por tierra-hielo, otras siguiendo la línea costera sobre el agua en primitivas embarcaciones, como fuere, una de las hipótesis plantea el viaje de lobeznos semi domesticados acompañando a los viajeros de entonces… ¿Cómo saberlo o negarlo? Es tan subjetiva la historia, cuanto más la prehistoria, no obstante, nos facilita la oportunidad de imaginar la enorme curva de tiempo en compañía de estos destacados perros y nosotros.
En esa línea de ideas, continuaré diciendo que además de ser una de las razas de perros más antiguas, habiéndose estudiado el tema desde el testimonio probatorio, hasta el laboratorio, donde diferentes exámenes ilustraron acerca de su longevidad en compañía del ser humano.
Gracias a su extraordinaria adaptación a los ambientes nivales, llegaron a ser indispensables y en muchos casos vitales para la sobrevivencia humana en aquellas regiones con temperaturas rigorosas más bajas que -50 grados centígrados, con ventiscas arrachadas y sostenidas con más de 100 kilómetros por hora, bajo un ambiente tan frío pues el sol se desaparece en un atardecer penumbroso que dura nueve meses, lo cual deja además de generar calor, pocas posibilidades para sobrevivencia humana sin la ayuda del perro.
Es en ese sentido que quiero destacar un procedimiento que debió ser fundamental para alcanzar a obtener a los formidables perros Husky de la actualidad. Me refiero a la tradición selectiva que la comunidad de los Chukchi o Ciukci, habitantes de la helada región del pueblo Chucotka, en Rusia, donde se supone fueron generados los hermosos perros hace muchísimo tiempo, en general las condiciones de vida en esa región no permitía la crianza de animales solamente como mascotas, cada animal y persona en su comunidad debían ser capaces de ganarse el sustento y contribuir con su sociedad en algún tramo, ya que las condiciones precarias no permitían lujos, que comieran y ocuparan espacio en largos periodos durante las tormentas de nieve que en esa región son frecuentes, además de los veranos que son muy cortos, solo de junio a agosto, veranos con temperaturas que oscilan entre los + 3 grados centígrados, con inviernos tórridos de nueve meses de finales de octubre a comienzos de mayo con -20 a -50 grados centígrados. Así que los perros elegidos debían reunir esas características principales, su docilidad y ductilidad debían estar a toda prueba.
Cuando las camadas de cachorros venían al mundo eran escrupulosamente analizadas principalmente por las mujeres de la familia, quienes ponían especial atención en el tema, ya que por meses ellas se encargarían de la crianza, habría un conocimiento familiar transmitido de generación en generación, al progresar en el entendimiento y la comprensión de factores que proyectan la personalidad de nuestros amigos de cuatro patas y los hacen mejores cuando los entendemos de mejor manera también.
Las cualidades físicas de cada animalito eran tomadas en cuenta y aún siendo cachorros, las experimentadas criadoras sabían discriminar entre unos y otros en la camada, siendo capaces de seleccionar aquellos cuyas características los hacía elegibles, entre las características que tomaban en cuenta encontramos por ejemplo: el tipo de pelo de los cachorros, con el cual harían frente a las ventiscas y nevadas, se valoraba la fortaleza del animalito que sería puesta a prueba muchas veces en su vida, así como el temperamento, pues tendrían que convivir con ellos permanentemente, la cercanía genética con los lobos no en todos los casos les otorgaba un temperamento a prueba de niños, así que eligieron siempre a los más afines. Se analizaba también su inteligencia y disponibilidad para la convivencia con humanos de carácter diverso y principalmente el trabajo, como perros para el tiro de trineos, tales factores eran indispensables y los debía reunir un cachorro para poder ser seleccionado y dejarlo vivir… ya que al resto de los hermanos no seleccionados no les concedieron tal privilegio. La selección del o de la mejor de la camada haría posible invertir tiempo y recursos económicos en sus cuidados y manutención, en regiones tan difíciles que, por la misma razón, el proceso de selección poco a poco se fue especializando, los perros fueron mejorando y los historiadores y cuenta cuentos les pusieron fechas antes como hoy.
Para desgracia de muchos, pero para fortuna de los sobrevivientes, la selección que se realizó aseguró que la transmisión genética fuera sobre la línea de perros de trabajo con gran disposición para la convivencia con humanos. Aquellos cachorros seleccionados eran atendidos por las mujeres y los niños, dándoles cuidados esmerados y mucho cariño, se les consideraba fundamentales para su sobrevivencia, así que se esperaba mucho de cada ejemplar criado y cuidado en el seno del hogar, a tal grado llegó a ser importante su compañía que en las noches de frío intenso dentro de esas gélidas viviendas de esa región, los perros Husky eran quienes calentaban en su regazo a los bebés humanos, así de grande la confianza y así de grande el amor.
El enorme potencial de esta raza de perros les facilitó su inserción en cantidad de pueblos circunvecinos a los Chukchis, así podemos ver que su difusión se extendió inmediatamente a poblaciones como: los siberianos, yupiks, coriacos, chuvanos, yukagirs y lamutos entre muchos otros. Ubicados al extremo nororiente del país ruso, en la región conocida como: La provincia autónoma de Chucotka, hogar de los Chukchi, la cual limita al norte con el Océano Ártico y al este con el mar de Bering, y al sur con Kamachatka, La disponibilidad de los perros para las tareas de tiro los catapultó a la fama al convertirse en el principal motor de acarreo de enceres y servicios, para las migraciones nómadas, la cacería y la pesca, además de otros muchos usos que se facilitaron al contar con los trineos jalados por perros que, de mucha ayuda fueron para los pobladores de las nieves a través de milenios.
Con el tiempo la especialización de las actividades se pronunció a su favor, teniendo a estos perros Chukchis, como también se les conoce a los Husky en su lugar de origen, no sólo como un perro de trineo, se destacaron sus cualidades polivalentes como perro de cacería y de mucha ayuda fue y es para localizar a sus presas sobre las difíciles condiciones de la zona cubierta de nieve. Se seleccionaron a los animales que tenían el coraje y el arrojo para encarar presas tan peligrosas como lobos, osos, focas, alces, caribúes y renos.
La cacería se sumó como otra cualidad de los Husky traducida como ayuda a la gente, la guardia y la defensa del hogar, la cual fue distinguida con su arrojo, ya que la defensa del hogar siempre sumaba grandes riesgos, había que defenderse de osos merodeadores, lobos y humanos belicosos, los animales que presentaban dichas características eran los seleccionados y utilizados como animales reproductores. Para lograr su cometido selectivo desecharon con el sacrificio cualquier falla o negligencia no perfectible en ellos, tan extremoso tratamiento en la crianza y durante tanto tiempo, aseguró que el futuro de los perros estuviese garantizado al estar enfilada su crianza a las necesidades principales de su pueblo y cuando el tiempo pasó, al repetir la práctica al menos durante los últimos cinco mil años, el resultado salta a la vista, se han logrado obtener ejemplares polivalentes realmente hermosos, útiles como perros de tiro, cazadores, protectores de la familia y también como niñeras, oficios que desempeñan con especial paciencia y respeto, atentos a las indicaciones de su maestro humano.
Desde el punto de vista geopolítico observamos los fenómenos de migración colonial que avanzaron sobre la región Este de Rusia, la inmensidad territorial de la que hablamos les llevó años cubrirla, los principales móviles entonces se cifraban en los territorios de caza de animales de pieles finas como las de los lobos y las zorras plateadas, las nutrias, las martas cibelinas y los mink. Tras los botines de cientos de miles de pieles obtenidas y vendidas al año, se extendieron las décadas, los lustros y los siglos hasta que se enfrentaron a la casi total desaparición de las martas cibelinas a finales del siglo XIX, cabe destacar que cuando el gobierno ruso lo entendió, en el siglo XX, inmediatamente establecieron un programa de crianza en cautiverio en el que involucraron a los granjeros de varias regiones y estimulados económicamente, a los pocos años volvieron a estabilizar la población de las especies amenazadas las cuales actualmente gozan de recuperación poblacional, inclusive son extendidos 100 mil permisos de aprovechamiento controlado al año, una manera de rescatarlos de la desaparición, y si bien lo mejor sería no perturbarlos, lo cierto es que cuando los problemas aparecen también deben de hacerlo las soluciones.
Regresemos donde estábamos, es decir: el avance de los colonos, cazadores y nómadas rusos se extendió de oeste al este hasta encontrarse con las costas del Océano Pacífico. Pero también fueron avanzando con intenciones colonialistas de exterminio. Durante una de las épocas de la convulsa historia rusa, la época Zarista de 1742, nos refleja la enorme utilidad de los hermosos perros Husky, en esos años aciagos los rusos avanzaban sobre la región arrasando a los pueblos con los que se encontraban, pueblos de pastores de renos y cazadores primitivos que hasta ese momento llegaron cuando se enfrentaron a las huestes rusas.
Cuando esa crisis belicosa se vivía en la región, los hábiles Chukchis fueron los únicos a los que no lograron sofocar los rusos, ya que estos cazadores contaban con sus trineos y principalmente con sus amigos los perros Husky, con los que podían desparecer entre la bruma para volver a aparecer por la retaguardia sin ser vistos, ni oídos, durante las convenientes ventiscas seleccionadas para los ataques, los soldados rusos sufrieron muchas bajas y nunca pudieron capturar a sus rivales montados en veloces trineos, les llamaban Los fantasmas de las estepas y con justificada razón, ya que la velocidad de su movilización montados en sus trineos sin carga excedente, los convirtió en valiosos defensores de su pueblo hasta que, finalmente cien años después, el imperio ruso en 1837 prefirió darles su independencia y hacer las paces con ellos: los dueños de la estepa tirados por los valiosos Husky jamás fueron sometidos, fueron libres siempre y en mucho se debió a la prodigiosa asociatividad alcanzada con los perros Husky.
Ese aspecto de la vida e historia de la raza es interesante extrapolarlo, ya que el carácter equilibrado y amoroso de un Husky, logrado a través de milenios de especialización, sustentados con los testimonios del uso de trineos al menos durante los últimos cinco mil años, se pone a prueba frente a un ciudadano común que adquiere a un Husky como quien compra un muñeco de peluche, esto no puede ser una buena idea con un perro de su talla. Los Husky reclaman atención y mucho cariño para demostrar lo útiles que pueden ser, requieren que su maestro humano tenga nociones de cómo tratar a un perro, clasificado como perro de trineo nórdico, perteneciente al Grupo V sección 1 de la Fédération Cynologique Internationale (FCI) lo cual le confiere crédito como perro de resistencia. Con necesidades de ejercicio y entretenimiento para orientar su inteligencia y canalizar la energía metabolizada convenientemente, para no tener zapatos mordidos. En el año 1930 el American Kennel Club (AKC) reconoció a la raza con el nombre de Husky Siberiano.
Estos formidables campeones, han hecho historia contada en la literatura y el cine en muchas ocasiones y no sólo por su denotada belleza, han sido inspiración para muchos relatos donde no deja de brillar la heroicidad de los canes frente a grandes proezas de resistencia física y abnegación, tal vez estas sean otras de sus cualidades integradas en esa polivalencia que poco a poco vamos descubriendo al analizar al perro desde su hogar originario, con la intención de entender un poco mejor su conducta, disposición y la clase de servicios que puede ofrecer a nuestra condición de humanos y en nuestro hogar.
Un ejemplo comparativo con otras razas de perros modernos, nos conduce a apreciar que es hasta repetitivo leer que durante el siglo XIX principalmente, se desarrollan los cruces selectivos y se perfila la mayoría de las razas modernas, entre ellas encontramos verdaderas proezas de la genética y el cuidado humano, no obstante, cuando nos referimos a los Husky debemos pensar que son ellos mismos y su pueblo los que desde hace milenios han insistido con la permanencia.
Desde hace muchas noches los hermosos fantasmas de las estepas deambulaban cortando el horizonte con sus veloces trineos en esas tierras de ocasos prolongados donde la vida del hombre y del perro se hacen una en tal sinergia que compete sólo a la sobrevivencia para ambos. Por eso, cada vez que estoy cerca de un Husky, siento ese poder enorme que emana de su pasado, alcanzo a mirar entre sus ojos la euforia experimentada por la carrera y su disposición para alcanzarla, su expresión alegre y marrullera son de extracto de inteligencia canina que también a la inversa, han tenido milenios para conocernos y tolerarnos en muchos casos, con aquel acento fustigante con el que se les encadena o con el sin caso de aquellos que le dejan solo, a esos preciosos animales sociales acostumbrados a ser unos miembros importantes de la familia humana.
Milenios han pasado desde los primeros lobeznos llevados a la vivienda de aquellos seres de las nieves en sus tórridas regiones, aún hoy los mejores Husky siguen arropando en su vientre a los bebés las noches con mucho frío y dentro de casa, acostumbrados a tener su propia jerarquía en el interior, en una convivencia que ha tardado milenios en consolidarse y que por fortuna todo apunta a creer que ellos seguirán ahí, en esa esquina del mundo pegada al mar y a un universo de hielos donde los Husky han jugado con jovialidad, así se mantendrán por mucho tiempo más, mejorando su relación con los humanos y sirviendo de manera polivalente en su peculiar alianza con nosotros.
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