Por Dr. Delfino Jiménez Argumedo
Siempre me han gustado los perros y he tenido la fortuna de tener a mi cargo ejemplares de diferentes razas. Desde hace algunos años he podido tener y entrenar pastores Belga para compañía y seguridad. Por circunstancias de la vida llegó a mí una hembra de Dogo Argentino de dos años (Skady) después de haber tenido un incidente al agredir a una persona durante un paseo para defender a su cuidador, razón por la cual su antiguo dueño no pudo continuar con ella. No tenía idea si sería un problema recibir en mi manada -conformada por tres machos y una hembra Pastor Belga adultos- a una perra de esa edad, de esa raza y con sus antecedentes. Sin embargo, la posibilidad de tener un Dogo en casa se convirtió en un reto personal estando consciente de la responsabilidad que esto implicaba: cuidar, entrenar y convivir de cerca con un perro de estas características.
Mi primera tarea obviamente era conocer lo más que se pudiera sobre esta raza y así me enteré de datos muy interesantes y útiles. Desde su creación por el Dr. Antonio Nores Martínez en Córdoba, Argentina, entre los años 1928 y 1947 y su reconocimiento en 1964 la raza tuvo muchos cambios hasta como la conocemos hoy. En síntesis, es un perro de diseño, creado para ser un perro de presa destinado para la caza mayor. Se tomó como base al “perro de pelea cordobés” (hoy extinto) y otras razas para obtener las características necesarias para lo que fue creado. Resulta entonces que el Dogo Argentino es un perro robusto, resistente, tiene una mordida fuerte, con gran coraje, buen olfato y un umbral alto al dolor. Al ser un perro destinado para la caza puede trabajar en jauría y en equipo con el humano. De los problemas más comunes que pueden presentar estos perros son sordera uni o bilateral en un porcentaje menor, problemas de piel sobre todo en perros jóvenes y en algunos casos displasia de cadera. Tienen vida promedio entre 9 y 12 años.
La idea de este texto no es una descripción detallada de la raza, sino más bien compartir mi experiencia. Así las cosas y estando consciente de la responsabilidad que implica el poseer un perro o cualquier otro animal, debería ser un requisito indispensable el estar informados en lo mínimo necesario sobre el animal en cuestión. Así me encontré con un concepto que me hizo reflexionar: “gimnasia funcional”. Esto lo leí en la carta que el Dr. Nores envió a la Federación Cinológica de Argentina para solicitar el reconocimiento del Dogo Argentino (texto que les recomiendo lean en su totalidad, pues quizá cambien un poco su forma de pensar sobre las diferentes razas de perros y en particular las destinadas a la cacería). La “gimnasia funcional” hace referencia a la práctica constante de las distintas habilidades que cada perro tiene de acuerdo al objetivo para lo que fue creado. Esto pensándolo con detalle puede aplicarse incluso para nosotros: “Si las habilidades y características de cada individuo no se practican, se atrofian o se modifican”. Hoy en día podemos encontrar, por ejemplo, perros con habilidades atléticas extraordinarias confinados a espacios reducidos, o bien perros con olfato formidable, donde lo único que puede hacer es detectar el aroma de las croquetas en la bolsa. Por lo que me toca, pensé: “para qué necesito un perro que fue diseñado para cazar jabalís o pumas, entre otros”… En definitiva, no le podré dar a mi Dogo la actividad para la que se creó, entonces le daré otro objetivo para que siga conservando su temperamento, coraje y sentido de protección.
Al llegar a casa, lo primero y más importante era darle sociabilización con las personas y con los perros de la manada. No resultó del todo fácil pues hubo conflicto con la perra líder de la manada, siendo también muy desconfiada (por obvias razones) con las personas. Sin embargo, al alimentarla, jugar y adiestrarla conforme a mis reglas, pero siempre tratándola como corresponde a una cánida, me convertí en su líder y desde entonces no he tenido ningún incidente mostrando un apego y respeto principalmente para mi persona. Así fue como la incorporé a mi manada de Pastores Belga para que siguiera trabajando en jauría manteniendo siempre el papel de líder o alfa de dicha manada. También la llevo periódicamente y tanto como me sea posible con un amigo (José Ronquillo Ortega) en el grupo de Ronk 9 donde, entre muchas actividades, sociabilizan perros de distintas razas, nadan, corren, resuelven diferencias fomentando el equilibrio entre todos, en resumen “se comportan como perros” y además por otro lado también los entrenamos para guardia y protección realizando muchas y diferentes actividades, donde se ejercita física y mentalmente a todos los perros de acuerdo a sus características individuales… y les cuento que ¡ha resultado muy bien!
En general mi dogo (Skady) es muy estable, tolerante, pero explosiva cuando se requiere. Muy protectora y con fuerza física impresionante. No es reactiva, pero si contundente cuando detecta peligro. Por otro lado, si resulta más difícil su entrenamiento que el de un pastor, pues debo mencionar que un tanto testaruda y las indicaciones las realiza con mayor lentitud, pero si se tiene paciencia para su entrenamiento, los resultados son excelentes. Su instinto de presa es de inicio más dirigido hacia animales y tardo un poco más en focalizar al humano como fuente potencial de peligro, cuando así lo amerita y resulta indispensable el trabajo constante para poder canalizar su agresión -solo y exclusivamente cuando lo amerita-, de otro modo resultaría un peligro.
En general me siento muy satisfecho con el desempeño de Skady y me queda claro que esta raza de perros no es apropiada para cualquier persona, pues se requiere carácter, liderazgo y trabajo constante para su entrenamiento, debiendo iniciar desde cachorros idealmente.
La tendencia a “humanizar” a algunos animales, particularmente a los perros, considero que ha contribuido a la pérdida o deterioro de algunas de las cualidades y habilidades naturales de algunos animales en dicha situación. Es cierto que hay muchas razas que fueron creadas para ser únicamente compañía y apoyo emocional para sus dueños siendo estos perros muy importantes pues resultan ser un recurso afectivo incondicional para sus poseedores, incorporándose a la familia como un miembro no humano y -en algunos casos- con los mismos derechos habiendo una reciprocidad hacia el perro que también se alimenta del cariño y a veces amor de su compañero humano.
Por otro lado, un caso aparte son los llamados “perros de trabajo” que se generaron con alguna función (es) específicas pero que en general y sin entrar en detalles son perros con gran necesidad de actividad física y mental para que logremos mantenerlos felices y estables en su entorno, aunque no sea exactamente aquel para el que fueron creados. Y es aquí donde encaja este relato, pues justo el Dogo Argentino nació siendo un perro de trabajo y aunque no creo poder darle la oportunidad de llevarlo a cazar un jabalí o un puma, sí es mi obligación procurarle alguna actividad que puede permitirle no perder los atributos propios de su raza y que al mismo tiempo pueda ser capaz de convivir con mi manada de perros y con mi familia.
Mi perra (Sakdy) y ahora su hija (Skie) se están conformando como parte importante de mi grupo, y me ha permitido ver el comportamiento, maduración y características de dos razas distintas, pero que si trabajan juntos constituyen un equipo muy bueno. No es fácil tener un perro como el Dogo Argentino, pero considero en general que es un perro noble y apegado cuando así se le enseña. El equilibrio en el perro, así como en el ser humano, no radica en tener todo lo que queremos sino en querer lo que tenemos y en el caso de los perros, cuando se les cría y adiestra como perros para que se integren en una manada con actividades, derechos y obligaciones, siendo indispensable (por supuesto) que el dueño se convierta en su líder (alfa) que lo dirija hacia donde quieran llegar.
En consecuencia, así asumí este reto con mucha responsabilidad lo que me ha permitido crecer como persona al entender un poquito más de los perros con los que tengo la fortuna de convivir.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y éste crió al perro según su gusto y necesidad. Desde la prehistoria, la asociación entre hombre y perro se ha basado, según lo describe Desmond Morris, en el acuerdo tácito de que el hombre proveerá comida y refugio, mientras que el perro brindará apego y utilidad. Pero con los adelantos tecnológicos, el aspecto utilitario del perro ha ido cediendo terreno frente a otro tipo de necesidades humanas, tales como las afectivas y sociales. El Perro silente: Inai Silvertein
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