Por Francisco Solana Martínez | Director del Museo y Jardín Botánico Nuttall
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La Gran Bretaña ha estado asociada al desarrollo de la canofilia de manera decisiva y trascendente, no sólo con la aportación de varias razas depuradas bajo sus dominios y desde tiempo pretérito, cuando los celtas y más tarde los vikingos, entre otros pueblos exógenos, principalmente del universo germánico, ocuparon las islas de manera pluriétnica a partir del siglo V de nuestra era; en esas islas se ostentan actualmente tres banderas: Irlanda, Escocia e Inglaterra, en un solo reino: Gran Bretaña.
La saga de la familia real británica es -además de añeja-, complicada, matizada con grandes acontecimientos en la vida humana con repercusiones directas a su alrededor, quienes influenciaron los acontecimientos hasta convertirse en parte indisoluble de la historia universal, ya que la simiente germinada en esa isla, de apenas la octava parte territorial, si la comparamos con la extensión de la nación mexicana, podemos asegurar sin equivocación que desde ese punto insular se controló gran parte del mundo conocido, hicieron tambalear a muchos reinos, llevaron sus exploraciones más allá del contexto militar, al terreno de las ciencias y las artes, cuyos descubrimientos fueron siempre extrapolados al universo militar para obtener su control por la fuerza, con audacia y mucha enjundia que ha repercutido hasta el presente, ya que todo eso puso en destacado nivel a sus habitantes.
Los cambios producidos bajo su influencia imperial transformaron seriamente la vida de muchas regiones del mundo tocadas por ellos, China, India, Egipto, Estados Unidos y varios países latinoamericanos, igualmente africanos y de las Antillas caribeñas, las trasformaciones propiciadas por su influencia forman parte de la historia común, dado que ese era el modo de actuar de la mayoría de las coronas, visto desde el contexto de su época, así que las fechorías arqueológicas se superpusieron frente a la creación de formidables museos bien conservados, la competencia con los desórdenes creados por el esclavismo y la explotación de los recursos naturales, paraleliza como temas destacados los atisbos de investigación científica, no volverían a ver ninguna publicación que no fuera bajo su control, recordemos que siempre se han sentido autónomos y además lo han logrado, como constante indicador de su migración que se mezcla, unifica y distingue.
El conflicto armado suscitado en Argentina, nos explica un poco su carácter imperial por ser muy descriptivo, se trata de cuando le declaran la guerra los argentinos al Reino Unido y pelean por la posesión de las islas Malvinas, ambos declarándolas propias, desconocían los argentinos la autoridad de Inglaterra sobre el archipiélago de las Malvinas, ya que ellos se encontraban a miles de kilómetros de distancia de ahí. La respuesta fue contundente, tras casi tres meses de esfuerzos armados, forzaron la rendición de Argentina el 14 de junio de 1982. La supremacía militar y económica de la Gran Bretaña les facilitó una vez más el camino, parecía que se convertía no sólo en un imperio rector de los 54 países miembros de la Mancomunidad de Naciones de la Gran Bretaña, sino que la seguridad estratégica militar volvía a ponerse a cuadro en el universo geopolítico de esa interesante nación europea.
El pasado 8 de septiembre de 2022, la Casa Real Británica anunció la muerte de su monarca Elizabeth Alexandra Mary Winsor, generalmente conocida en el mundo latino como la reina Isabel II, representa para muchos el final de una época. La entusiasta mujer-reina vio la luz al nacer como hija del príncipe Alberto, duque de York, al que después de ser coronado se le conocería como Jorge VI y de su esposa Isabel, duquesa de York, con el tiempo conocida como la reina Isabel, el 21 de abril de 1926 en Londres, Inglaterra. Esta mujer fue educada en su casa con el auspicio de preceptores privados, la infanta Isabel y ninguno en la Corte podría imaginarse a la infanta Isabel sentada en el trono de Inglaterra. Ella vivía un tiempo sosegado y bien acomodado, con tendencia fuerte hacia el campo y la vida rural, sin imaginar siquiera lo que estaba por sucederle.
La Infanta Isabel no estaba dentro de la línea de sucesión al trono británico, pero sucesos extravagantes y voluntariosos habrían de poner a prueba a esa niña que amaba el campo, la cacería, los perros y los caballos. Tras la muerte del rey Jorge V, la corona británica pasa a la testa del tío de Isabel, el rey Eduardo VII, quien por razones desconocidas y tras tener comprometedoras alianzas con los nazis, aparentemente el amor profesado hacia una mujer americana, dos veces divorciada, lo pondría en la mesa de los acusados, ya que el protocolo real británico no toleraba entonces tal unión. Sin importarle, prefirió el amor de Willis Simpson a pesar de que su condición social no fue aprobada por los flemáticos aristócratas ingleses, no obstante, la oposición, prefirió abdicar al trono y seguir su romance con Willis, con quien se casó en Francia un poco más adelante en el tiempo y se mantendrían unidos hasta su muerte.
Solamente durante un año ostentó la corona de uno de los imperios más destacados en la historia de todos, el rey Eduardo VII abdica al trono el 10 de diciembre de 1936 y deja el paso libre a su sobrina Elizabeth quien ascendió a la máxima tribuna del trono en 1952. A partir de ese momento sería soberana de 16 estados independientes, quienes conformaron la Mancomunidad de Naciones y cuya lista es como sigue: Australia, Nueva Zelandia, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las granadinas, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Jamaica, Bahamas y Belice, así como el Canadá.
La reina Isabel II, como fue conocida en el universo hispano, fue la figura política más importante de los 54 países miembros de la Mancomunidad de Naciones, dentro de su rol como monarca inglesa, también le correspondió gobernar de manera suprema a la iglesia de Inglaterra. Puede decirse con seguridad que durante su mandato actuó como representante de su nación ante el mundo, tiempo en el que cubrió significativamente los roles de sus funciones constitucionales actuando en ocasiones como fiel de la balanza en materia de la unidad nacional de los británicos de frente a las amenazas que se cernieron en su contra.
La reina Isabel II siempre recordó sus andanzas en el campo y las cacerías tras los ciervos rojos durante sus exploraciones cinegéticas en las tierras del castillo del Balmoral, residencia veraniega en Escocia que ella prefería y donde finalmente decidió viajar para trascender al finalizar su vida. El lago Muick donde solía acudir a meditar, serviría de colofón para su despedida, después de 96 años de vida interesante e intensa, coronada por 70 años al servicio de su reino.
Esta mujer de porte elegante y más bien bajita, llegó a ser la mujer mas rica del mundo, sus negocios, entre los que contaba los caballos de carreras, le confirieron muchísimas satisfacciones al ganar diferentes competencias a lo largo y ancho del mundo. Su afición por los animales era notoria, así reflejaba su corazón sensible y sus afectos. A temprana edad, siendo aún una infanta sin compromisos, le pidió a su padre un perrito Corgi, el cual fue conseguido por el Rey -su padre- para obsequiárselo a un ser amoroso y sensitivo que apenas contaba con siete años de edad.
A partir de entonces se supo que llegó a tener más de 30 perritos Corgi, descendientes de ese primer regalo amoroso de su padre en 1933, al cual llamaron Dookie, y se encargó de afianzar su gusto por la raza, al grado de llegar a tener ocho perritos de la misma raza a la vez. Siempre se veían asociados a la reina sus hermosos e inquietos compañeros pastores, a tal grado que llegaron a ser un distintivo de su mandato real conocidos en todo el mundo.
Los perros Corgi Gales de Pembroke o Welsh Pembroke Corgi son originarios de las islas británicas, aparentemente se trata de una de las razas de pastores más antiguas del mundo. Es posible que su origen se remonte a los antiguos celtas, ya que la palabra Cor-gi se refiere a una voz celta que significa “perro enano” existen otras dos hipótesis acerca del origen antiquísimo de estos vivarachos perros. Una idea adicional nos sugiere que fueron transportados y llevados a las islas por los visigodos, tras la caída del Imperio romano, vencido en el siglo V de nuestra era, las tierras del Imperio romano de occidente se repartieron entre las diferentes tribus y clanes, reinos y mercenarios que fueron reclutados para asestar el golpe final al añejo Imperio romano. Fueron repartidas las tierras para los pueblos bárbaros germánicos que se ostentaron como vencedores, en tal caso, los visigodos recibieron las tierras de la península Ibérica y su enlace sanguíneo y filogenético se estableció entre los cántabros y los celtas, lo cual sugiere pensar que en algún momento estos perros pudieran haber sido transportados y asentados en las islas británicas muy temprano en la historia de las islas.
Adicionalmente a las anteriores hipótesis existe una tercera reconocida que sugiere pensar que los Corgi fueron originalmente transportados por individuos de Flandes (hoy Bélgica), de manos de los comerciantes y los trabajadores textiles que requerían de perros pastores para el manejo de las ovejas y las cabras de donde obtenían la lana y el vellón con el que confeccionaron sus prendas de vestir después de asentarse en Gales.
Estos afamados perros son reconocidos como una de las razas de pastor más antiguas del mundo. En la antigüedad fueron conocidos como perros Corgi Gales y a partir de 1930 comienza la separación en dos líneas de perros con apariencia similar, inclusive estrechamente emparentados, cuya descripción física constituye unas bien reconocidas diferencias entre sí; el Corgi Gales de Pembroke y los Cardigan, estos últimos aparecen con diferentes colores vistosos como el azul Merle, el rojo, sable, negro, blanco y tricolor, entre otros.
Esta veterana raza está emparentada con los Tekel alemanes (popularmente conocidos como perro salchicha) y al igual que ellos, tienden a engordar con facilidad. En su vejez pueden presentar algunos problemas comunes entre sí, como son las cataratas en los ojos o algunos problemas de disco en la columna vertebral, debido a su largo cuerpo y los resultados de su genética, afecciones típicas en perros del tipo salchicha.
Con la muerte de la monarca inglesa, sus perritos quedaron huérfanos y si bien no desprotegidos, considero que nunca podrán tener la calidez y atenciones que la monarca les bridaba, baste citar que contaban con nutriólogo, psicólogo y chef, además departían con muchas libertades, siempre en compañía de su amiga Isabel, en el palacio de Buckingham o en otras de las propiedades habitadas por la monarca.
El príncipe Andrés -hijo de Isabel II-, junto con su ex mujer, con la cual lleva una vida de amistad y concordia sui géneris, ya que pese a estar divorciados, viven en la misma casa y guardan una confiable amistad. Ellos han anunciado que adoptaran a dos de los Corgi consentidos por la Reina. En un comunicado expresado por Andrés duque de York, confirmó la decisión de adoptarlos y ser cuidados por él y por su ex esposa.
Los demás perritos -incluyendo el actual campeón Cocker Spaniel que se encuentra en manos de su manejador-, pasarán a hacer vida de acuerdo a las disposiciones del actual monarca que ha sucedido al trono británico tras la muerte de Isabel II, se trata de su hijo Carlos, quien sin favorecerse mucho eligió llamarse Carlos III, esperemos que esta decisión no conlleve a la usanza latina el adagio que reza: nombre, genio y figura hasta la sepultura, y esto lo menciono pues aun cuando ha sido severamente criticado por la opinión pública y por los miembros de la misma Casa Real, el nuevo monarca ha sobrellevado desastrosos entuertos asociados, igual que con su tío Eduardo VII, por el estigma del divorcio y la pusilanimidad.
Sus antecesores estuvieron asociados a fenómenos insufribles para las islas británicas, empujándolas incluso a la quiebra financiera, por si fuera poco, como sucedió con Carlos I, que bajo su mandato se vivió la última de las epidemias de peste bubónica en las islas, acontecida entre 1665 y 1666, a esta calamidad le siguieron otras… como el gran incendio de Londres en el mismo año de 1666, desastre que destruyó la infraestructura habitacional y de servicios, dando un empujón fatal a su insuficiencia económica, derivada de sus malos manejos.
Carlos II nunca perdonó a quienes llevaron al cadalso a su padre para ser ejecutado por responsabilizarlo de la quiebra económica sufrida en Bretaña, tras su licenciosa vida llena de excesos y vicios. Así que ahora el siguiente rey Carlos III, tendrá una carga asombrosa en sus hombros, no sólo al revalidar su nombre frente al de sus poco queridos predecesores, sino en un tiempo convulso en el que las monarquías constitucionales parecieran que penden de un hilo, los problemas sociales y la adecuación de su atribulada vida, están a punto de contarnos el cierre de muchas historias detrás del protocolo. A él le corresponderá decidir acerca del destino de los demás hermosos Corgi de la Reina.
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