Visita de Siona y Ebony
Por. Olivita de México
Hola, amigos lectores. Como siempre es un gusto compartirles un artículo más sobre los perros de asistencia. Dando continuidad al apartado anterior, en esta ocasión reseño a ustedes la particular experiencia vivida por dicho binomio al visitar, en diferentes momentos, las impresionantes instalaciones del Museo Nacional de Arte (MUNAL), institución que les abrió sus puertas, como ejemplo de inclusión, respetando su derecho constitucional para acceder libremente a tan hermoso recinto repleto de historia y cultura.
Gracias a la oportuna intervención de la maestra Patricia Torres Aguilar Ugarte y a la arquitecta Ariadna Gómez Pazarán, forjadoras del programa educativo del museo, fue posible este genuino ejercicio de inclusión, objetivo que, desde el 2019 y hasta el día de hoy, pretenden se replique en los demás museos de Ciudad de México y del resto del país, a fin de transformarlos en auténticos espacios accesibles e inclusivos, figurando ya en sus estadísticas de visitantes el binomio usuario-perro de asistencia.
De la misma manera agradezco a Siona y Ebony, dos hermosas perritas guías de raza Labrador, color negro, cuya misión es ser los ojos de Juan Carlos y Coni, me permitan servir de portavoz para tratar de expresar sus emociones al visitar el museo, por lo que es un placer narrarles sus inigualables vivencias, desde su llegada al MUNAL y todo lo acontecido durante sus ya habituales visitas como invitadas de honor a esta inmensa casa, en donde se resguarda el arte y la cultura de México.
Esperando que el público lector disculpe mi atrevimiento al tratar de interpretar las emociones de un perro guía, ya que no es nada fácil fungir como su voz, lo hago con mucho gusto y respeto. Nadie más que los propios usuarios conocen tan bien a su perro. Es más, la convivencia del binomio usuario-perro guía, las 24 horas, durante los 365 días del año deriva en sincronía, entendimiento y complicidad. Este trabajo en equipo hace del usuario un experto que sabe de la alegría, cansancio, energía, aburrimiento, tristeza, emociones y necesidades de su amigo de cuatro patas.
Para quienes no las conocen, les presento a Siona, una robusta hembra Labrador negra, de ocho años. Es graduada de la Fundación ONCE del Perro Guía, escuela de entrenamiento que se encuentra en BoBadilla del Monte en Madrid, España. Ha trabajado por más de cinco años con Juan Carlos. Juntos atravesaron el océano Atlántico para asentarse en la majestuosa Ciudad de México, donde residen desde hace siete años. Siona es una perrita guía cuyo adiestramiento es certificado por la Federación Internacional de Escuelas de Perros Guía, con sede en la Gran Bretaña.
Por otra parte, Ebony es una hembra (Labrador) negra de siete años, graduada de la escuela Leader Dogs for the Blind localizada en Rochester, Michigan, Estados Unidos. Ha vivido en Ciudad de México por cinco años. Ella es una perrita alegre y obediente, pero muy enfermiza y le ha costado adaptarse a la ciudad, por lo que presenta severos problemas de salud. No obstante, es profesional como el adiestramiento que recibió, disfruta su trabajo y también ser una buena perrita guía. Ella está certificada por la misma Federación internacional citada líneas atrás.
Una vez hecha la presentación de ambas perritas lazarillas, sin más “rollo” doy paso a la reseña de su visita al MUNAL, esperando les resulte interesante conocer parte del museo a través de la noble mirada de los perros guía.
Llegada de Siona y Ebony al museo
Hola amigos, soy Siona, los ojos y la fiel amiga de Juan Carlos. Recuerdo que un radiante día de verano del 2019, Ebony y yo los guiamos a él y a Coni desde el sur de la ciudad hasta el centro histórico. Abordamos el “metro” en Universidad hasta llegar a la estación Hidalgo y transbordamos hacia Taxqueña para finalmente bajar en la estación Allende de la línea azul del mismo metro. Caminamos con dirección al museo. Terrible calor sentíamos, pero eso no importaba, pues era una fecha trascendental en nuestras vidas perrunas.
Mientras Ebony guiaba a Coni con sumo cuidado, vino a mi memoria cuando Juan Carlos y yo, en el año 2014, quisimos acceder a las ruinas del Templo Mayor. Fue todo un debate para poder ingresar. So pretexto de que yo era una perrita mascota no me permitían la entrada. Sin embargo, después de que Juan Carlos les informó que yo era un perro de asistencia, se convencieron y nos dieron el acceso. Qué mal momento y qué sabor tan amargo. Me sentí muy triste y nerviosa, hasta un poco fuera de concentración al momento que los custodios decían a Juan Carlos: “Tú sí, pero tu perra Siona no”.
Empero, sabía que esta vez no sería así, ya que nos recibirían cordialmente en el MUNAL. Jadeaba y jadeaba de tanto calor, pero sin perder mi orientación. De pronto, y ante mi mirada de asombro, alcancé a distinguir la famosa estatua del Caballito. ¡Por fin, cerca de nuestra ansiada meta! Transitamos por la amplia acera hasta llegar a la gran entrada. Bastaron tan sólo unos cuantos metros para cruzar la puerta y atravesar el umbral de la historia y el conocimiento del arte mexicano. En un abrir y cerrar de ojos, nos encontrábamos en un mundo de respeto a los derechos de libre desplazamiento del binomio, un mundo de trato digno e inclusión real.
Nunca olvidaré la forma amistosa como fuimos recibidas Ebony y yo. Incluso, de la emoción se nos resbalaban las patas en aquel fresco piso de mármol. Fue muy emocionante cuando nuestra amiga, la arquitecta Ariadna Gómez, se acercó para saludarnos. Ella sabía que no debía tocar ni acariciarnos porque eso nos distrae, y fue mediante su amorosa mirada que nos dio miles de caricias. Nosotras, tan solo con olerla, percibimos su auténtico cariño hacia nuestros congéneres. Sí, nos dimos cuenta de que Ariadna ama a los perros y en su trato amoroso denota su convivencia de años con varias mascotas.
Después del protocolo de saludos y de disfrutar el grato olor de nuestra amiga la arquitecta Ariadna, tanto Ebony como yo movíamos nuestras colitas y caderas en señal de felicidad. Ariadna en seguida nos llevó a recorrer las sorprendentes instalaciones del museo: pasillos amplios y techos altos con hermosas lámparas colgantes llenas de luminosidad, vidrios biselados y demás detalles del museo, mismos que Ariadna evalúa constantemente con el propósito de que sea accesible y visitado por todo el público, tratando siempre de adaptarlo, en la medida de las posibilidades, especialmente para las personas con alguna discapacidad y usuarias de perros de asistencia.
¡Guau, qué recibimiento! Hasta nos hicieron sentir importantes, pues nos apoyaron varios jóvenes que realizaban su servicio social en el museo, quienes nos observaron y permanecieron siempre atentos e interesados por el tema de los perros de asistencia. He de confiarles que nuestra vanidad creció más al sentir la mirada atónita de custodios y demás personal administrativo del museo. Al pasar, unos nos miraban con asombro, respeto, cariño, confianza y, otros, nos veían con recelo y hasta con cierto miedo. Sin embargo, sus impresiones cambiaron en la medida que fueron testigos de nuestro buen adiestramiento, conducta irreprochable, tranquilidad, sociabilidad, pero, sobre todo, de la excelente sincronía de Ebony al guiar lentamente a Coni, al contrario de mi paso acelerado para conducir a Juan Carlos.
Después de algunas horas en el museo, seguramente quienes desconocían la labor de los perros guía e, incluso, hasta desconfiaron, se pudieron percatar que no seríamos capaces de dañar ningún cuadro ni las instalaciones del museo. No obstante nuestra visita, todo permanecía intacto y en perfecto orden. Por parte de Ebony y, por supuesto, mía, comprendimos su desconfianza, pues aun cuando a través de la impartición de algunos talleres de sensibilización y conferencias de información comenzaba a capacitarse al personal, se hizo necesario que tanto custodios como el resto del personal comprobaran, con sus propios ojos, nuestro buen trabajo y comportamiento.
En el recorrido del MUNAL guiamos a Coni y Juan Carlos para subir unas inmensas escaleras, amplias y hermosas, con barandales de figuras de leones hechos de bronce. Nuestros ojos negros miraban maravillados el arte plasmado en sus murales, así como las esculturas y enormes cuadros que colgaban de sus paredes. Y aun cuando —según algunos— los perros solamente vemos en blanco y negro, les puedo asegurar que gozamos de sus vivos colores y el resplandor del museo.
Al mismo tiempo Ariadna, con su gran experiencia en guiar a personas ciegas y enseñar la arquitectura a niños de manera didáctica, les describía todo detalladamente, incluso Ebony y yo, quietas y echadas, presenciamos cuando ellos tocaron aquel cuadro en relieve, justamente diseñado para que sus manos lo pudieran apreciar. Posteriormente Ariadna nos presentó en las diferentes áreas del museo, saludamos y olfateamos a una parte del personal, quienes se percataron de la leyenda en nuestro letrero: No tocar ni distraer porque estoy trabajando.
La tarde transcurría y gracias a la sensibilidad de la maestra Patricia Torres y de Ariadna Gómez, les permitieron tocar diversas piezas hechas de madera, mismas que fueron confeccionadas para celebrar la semana de los pueblos indígenas. También estuvimos en un taller donde Coni y Juan Carlos elaboraron un bonito collar de flores. Nos quedamos para el programa “Noche de Museos” realizando divertidas actividades y conviviendo con los asistentes. Incluso bailamos al ritmo de un buen zapateado, sintiéndonos realmente incluidos.
A partir de estas visitas, se ha constatado el profesionalismo y la eficiencia de nuestro adiestramiento llevado a cabo en escuelas debidamente cualificadas. Abrirnos las puertas del museo ha significado un paso firme hacia el futuro; es sinónimo de progreso e inclusión, es viajar desde el presente al pasado y gozar de la historia del arte mexicano. Viaje hecho por el binomio usuario-perro de asistencia que probablemente Silvio Contri, arquitecto italiano y creador del museo nunca imaginó, cuando en 1902, el entonces presidente de México, Porfirio Díaz, le encargó su construcción.
En tanto Ariadna los inducía por el camino del conocimiento, los ojos de Ebony así como los míos la seguían en perfecto orden. Atentas escuchamos cuando les explicaba que actualmente el museo cuenta en su acervo con 3 mil 338 obras que colecciona, conserva, estudia, exhibe, interpreta y comunica el arte mexicano que incluye pintura, escultura, grabado, fotografía, arte plumario, manuscritos y mobiliario desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX.
Un poco cansadas, pues ya había oscurecido, queríamos regresar a casa, pero aún debíamos guiarlos para abordar el “metro”. Coni y Juan Carlos se despedían de Ariadna, le agradecían su cariñoso recibimiento, lamentando que el tiempo no les alcanzara para recorrer todo el museo. Mientras bostezábamos y casi se nos cerraban los ojos, escuchamos con gran sorpresa que el MUNAL ha incluido a los perros de asistencia en sus planes a futuro.
Paramos oreja y nos enteramos de que, además de dar continuidad a la capacitación del personal del museo, se ha autorizado, para noviembre del 2021, un importante foro sobre nosotros los perros de asistencia. ¡Enhorabuena! Qué excitante resulta saber que, dicho evento, reunirá a verdaderos expertos de nivel nacional e internacional, quienes abordarán temas tan importantes como los centros de adiestramiento, experiencia de entrenadores y legislación, por ejemplo.
Ya estamos deseosas de llegar a esa fecha: anhelamos que la sociedad valore el trabajo llevado a cabo no sólo por los perros guía, sino también el que otros perros de asistencia efectúan en favor de las personas con discapacidad auditiva, motora, psicosocial, y de quienes viven con enfermedades crónicas como la diabetes, epilepsia, sin olvidar el apoyo que los perros de asistencia somos capaces de proporcionar a las personas autistas.
Y lo más asombroso: han contemplado presentar una exhibición para demostrar los diversos tipos de ayuda que, a través de un profesional adiestramiento, podemos hacer incondicionalmente en beneficio de las personas que nos necesitan, demostrando al mismo tiempo nuestra nobleza y gran inteligencia. Por lo que agradecemos al museo su interés y difusión a nuestro trabajo.
Pero lo que a mí, Siona, me dio más gusto fue saber que el MUNAL, haciendo sinergia con Juan Carlos, mi amigo y usuario, están colaborando en el programa de “Voces de la discapacidad”, a fin de acercar el arte y la cultura a las personas con discapacidad, el cual se emite los martes de cada mes, invitando a representantes de otros museos y a personas con discapacidad relacionadas con el mundo del arte y la cultura.
Convirtiéndose “Voces de la discapacidad” en un importante programa para dar testimonio del trabajo que están realizando otros museos en favor de la inclusión y lo accesible de las instalaciones. Sumando también las valiosas experiencias de las personas con discapacidad al visitar estos recintos de arte y cultura, sitios en donde, poco a poco, nos están dando el acceso a los perros de asistencia.
Por si lo anterior no fuera suficiente, nuestra querida amiga Ariadna, que no descansa y siempre está creando ideas para mejorar el servicio hacia las personas con discapacidad, tiene proyectado la creación de más espacios como salas táctiles dirigidas a personas ciegas, la promoción de cédulas en sistema braille, cuadros texturizados, así como el impulso del audio en la descripción de algunas obras en Spotify.
Tanto la maestra Patricia Torres como Ariadna han pensado en las personas con discapacidad auditiva: pretenden crear aplicaciones para que tanto personas sordas como ciegas puedan auto guiarse dentro del museo. Y como son buenas especialistas en el área educativa de museos, consideran una prioridad una “guía para maestros”. En fin, son muchos los planes que el MUNAL busca materializar en un futuro no muy lejano.
Despedida de Siona y Ebony del MUNAL
Por fin llegó la hora de la despedida. Nos retiramos del museo con un grato sabor de hocico y moviendo nuestras colitas, expresando no un adiós sino un hasta pronto, agradeciendo a las autoridades del MUNAL, a la maestra Patricia Torres y a nuestra querida amiga, la arquitecta Ariadna Gómez todas las facilidades, atenciones y trato digno para con los perros de asistencia, deseando que este original ejercicio de inclusión tenga eco en todos los museos de Ciudad de México y del país.
Finalmente, es una bendición para los usuarios de perros de asistencia contar con aliados sensibles y empáticos, capaces de salir de su zona de confort y mirar con verdadero humanismo y de manera respetuosa a la diversidad, al mundo de la discapacidad y, sobre todo, brindar un trato digno a los usuarios de perros de asistencia que disfrutan de su derecho legítimo al arte y la cultura de México.
Amigos, espero que este veraz artículo haya sido de su agrado. Hasta la próxima.
Y si quieren saber más de todas las actividades que el MUNAL prepara constantemente para el público que lo visita, les invito a conocer sus redes sociales:
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