Por José Luis Fernández Roca
La cacería surge de la necesidad del ser humano para obtener su fuente de proteína animal, a medida que va evolucionando, va creando herramientas y nuevas técnicas de caza para facilitar la obtención de sus alimentos. Considerando que la cacería es de las primeras actividades del hombre, así como la domesticación de canes, el hombre opta por el perro como su mejor aliado para la realización de la cacería, a pie, de pequeñas presas.
Entre las diferentes razas, la FCI (Fédération Cynologique Internationale) los ha clasificado de acuerdo a su función zootécnica:
Grupo 1: Perros Pastor y perros Boyeros.
Grupo 2: Perros tipo Pinscher, Schnauzer, Molosoides, perros tipo Montaña y Boyeros Suizos.
Grupo 3: Terriers.
Grupo 4: Teckels.
Grupo 5: Perro tipo Spitz y tipo Primitivo.
Grupo 6: Perros Sabueso, perro de Rastreo y razas semejantes.
Grupo 7: Perros de Muestra.
Grupo 8: Perros Cobradores de caza, perros Levantadores de caza y perros de Agua.
Grupo 9: Perros de Compañía.
Grupo 10: Lebreles.
El Beagle siendo ubicado en el grupo 6, sección 1 (Perros tipo Sabueso), subsección 1.3 (Perros tipo Sabueso de talla pequeña) por la Fédération Cynologique Internationale, es un sabueso utilizado principalmente para rastrear liebres, conejos y otras piezas de caza. Siendo uno de los perros de caza más populares y versátiles, utilizado por los monarcas británicos desde los años 1,300 y 1,400. Muchos cazadores llevan a esta peculiar raza con ellos en jaurías, lo que le convierte en un ser muy extrovertido y sociable conviviendo muy bien con otros perros, sobre todo si son de la misma raza.
Los Beagle son sabuesos de talla pequeña (aunque comúnmente por su peso corporal son considerados perros de talla mediana en comparación con otras), mide unos 33-40 centímetros a la cruz, es decir, desde el punto más alto del omóplato (hueso que sobresale entre el cuello y la espalda) hasta el suelo. Es un perro robusto y compacto cuyo peso oscila entre los 9 y 15 kilogramos.
Tiene las patas a proporción con su cuerpo y musculosas; la cola erguida, lo suficientemente larga con la punta siempre blanca para ser distinguido entre la maleza.
Sus grandes ojos, de color café oscuro o avellana, lucen una expresión muy dulce, en ocasiones con un aspecto de tristeza. Las orejas son una de sus características más llamativas, siendo estas grandes y largas, de punta redondeada, que caen junto a sus mejillas proporcionándole un gracioso aspecto. Tiene mucha energía y le encantan las grandes caminatas.
El pelaje es corto y denso (sin textura sedosa), resistente a las bajas temperaturas. Suele ser tricolor, combinando las distintas variedades del negro, marrón y blanco. El ejemplar más común tiene la cara y las orejas marrones; las patas, el pecho y el hocico blancos y el cuerpo negro con algunas zonas de color marrón, con la punta de la cola blanca como se ha mencionado con anterioridad. También es común encontrar los Beagle bicolores, pudiendo ser estos en tono limón (marrón claro con blanco o blanco con negro).
Tiene un sistema olfativo envidiable y es capaz de seguir el rastro de las presas perfectamente, se empeñan en buscar y ubicar la guarida de la presa, a la que son capaces de capturar ellos mismos, para llevársela a su amo. Tiene un fuerte ladrido, más propio de un perro de mayor tamaño y suelen aullar con frecuencia. Se caracteriza por un sonido típico de la raza, una mezcla de aullido y ladrido, que suele emitir si detecta un olor llamativo.
ENTRENAMIENTO
El entrenamiento del Beagle puede empezar desde los dos meses de edad, existiendo varias técnicas para ello. Una de las mejores formas de entrenar un cachorro es soltarle un conejo dócil, en un lugar cerrado para que el cachorro se vaya familiarizando con el olor e ir desarrollando su instinto. Posteriormente, se amarra un pedazo de piel a un hilo para que el cachorro juegue, así mismo, se le puede esconder la piel o la comida para que el cachorro vaya desarrollado su olfato, se debe tener un poco de paciencia, ya que el cachorro aún no sabrá qué es lo que debe hacer.
Aproximadamente a los cuatro meses de edad, se forra una botella con la piel de un conejo y se busca que el cachorro la siga, para después nuevamente soltarle un conejo dócil en un lugar cerrado.
Para la lección de rastreo, la botella con la piel de conejo se moja y se va frotando en el terreno, donde estamos entrenando al Beagle, para después soltarlo y que empiece a buscarlo, puede que al principio el cachorro no ladre al seguir el rastreo, pero poco a poco esta actividad le llamará la atención. Debemos familiarizar al Beagle con los terrenos donde se pretenda realizar la actividad, escondiendo la piel en hojas, ramas y/o pastizales.
Otra técnica muy efectiva es sacar al perro en la noche, que es cuando salen los conejos y habrá muchos rastros frescos. Cuando esté cerca de los seis meses, el cachorro ya podría lastimar al conejo dócil, por lo que habrán de suspenderse las actividades anteriores y empezar a sacarlo a recorridos con los perros adultos, al principio se puede confundir con los rastros o ponerse a jugar como perro joven que es, pero todo es cuestión de que vaya adquiriendo experiencia en la actividad. Aunado a lo anterior, otra técnica muy efectiva es el dejar que el cachorro aprenda de un perro, ya con experiencia, para que éste vaya adoptando su comportamiento y forma de trabajar.
Como la caza es una actividad muy desgastante, es necesaria la correcta alimentación de un Beagle. Durante el periodo de cachorro (comprendido de los dos a los nueve meses de edad), un Beagle debe alimentarse una media de tres veces al día. Una vez llegue a su juventud (9 a 18 meses), se le puede dar dos comidas diarias bastante cargadas y con alimento de calidad, especial para perros con actividades de alto rendimiento. Es importante prestar atención a las dietas altas de vitaminas variadas, oligoelementos y minerales.
Aunque el Beagle sigue siendo popular para la cacería, actualmente es muy valorado como mascota familiar, también para detectar narcóticos, búsqueda y rescate de personas y hasta modelo de productos por ser tan carismático. Cuando es cachorro suele ser muy travieso y, aunque su entrenamiento no es fácil, ya que no es un perro muy obediente (debido a que se dejan llevar por su curiosidad, no por falta de inteligencia), se lograrán mejores resultados si es adiestrado desde pequeño, con paciencia y respetando su instinto.
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