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Origen y evolución del Bulldog a través del tiempo: de perro de pelea a ícono familiar

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Por Erika Contreras, Presidenta del Club de Bulldog de la Ciudad de México A.C.


Pocas razas han recorrido un camino tan simbólicamente poderoso como el del Bulldog. De haber sido el gladiador de las arenas en los siglos pasados, ha pasado a ser un compañero afectuoso, tranquilo y familiar. Comprender su historia no solo es entender la evolución de una raza, sino también un reflejo de cómo la sociedad ha transformado su relación con los animales a lo largo del tiempo.


Orígenes antiguos: los primeros rastros del Bulldog


Aunque el Bulldog se consolidó como raza funcional en la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII, sus raíces podrían remontarse mucho más atrás. Algunos historiadores sostienen que el Bulldog podría ser descendiente directo del antiguo Alaunt, un perro moloso traído por los alanos —tribus nómadas indoeuropeas— durante la Edad Media. El Alaunt era un perro de guerra y ganado, de gran fuerza y mandíbula poderosa, cuya morfología y temperamento coinciden con lo que luego se vería en los primeros perros de tipo bull.


La primera mención escrita relacionada con esta tipología aparece en 1500, en el poema Hic Molossus del autor inglés W. Wulcher, donde se hace referencia a un perro llamado Bondogge o Bolddogge. Aunque no existía aún como raza estandarizada, esta es considerada la primera aparición literaria del Bulldog, más de un siglo antes de su reconocimiento funcional en el bull-baiting.


El “bull-baiting dog”: función y brutalidad


A partir del siglo XVII, el Bulldog fue moldeado como perro de combate para el sangriento espectáculo del bull-baiting, en el que los perros eran enfrentados a toros con el objetivo de inmovilizarlos sujetándolos de la nariz. Este tipo de “entretenimiento” era común en Inglaterra y considerado incluso benéfico para ablandar la carne del toro antes del sacrificio, creencia sin sustento que fue sostenida durante siglos.


El Bulldog de esta época era muy distinto al actual: más ágil, alto, con mayor resistencia y notable valentía. Su estructura física —mandíbulas prominentes, cuerpo bajo, tórax ancho y cuello potente— respondía a una lógica puramente funcional. El temperamento era fiero, tenaz y absolutamente decidido: no soltar al toro, aunque significara la muerte.


El fin del bull-baiting y la reinvención de la raza


En 1835, el Parlamento británico promulgó la Cruelty to Animals Act, prohibiendo el bull-baiting y otras prácticas similares. Esto representó un punto de inflexión para el Bulldog, que quedó sin función definida. Mientras otras razas desaparecieron, un grupo de criadores británicos decidió rescatar al Bulldog no por su agresividad, sino por su coraje, su estructura única y su capacidad de transformación.


Durante la segunda mitad del siglo XIX comenzó un proceso deliberado de selección orientado a suavizar el temperamento. Se eliminaron líneas agresivas y se enfatizó la estabilidad emocional, la lealtad y la nobleza de carácter. El Bulldog dejó de ser un perro de pelea para convertirse en un perro de hogar.


El Bulldog victoriano: génesis del tipo moderno


En 1864 se fundó el primer Bulldog Club en Birmingham, y en 1875 se estableció The Bulldog Club Incorporated en Londres, que publicó el primer estándar oficial de la raza. Con ello se institucionaliza el tipo moderno: cuerpo compacto, cabeza voluminosa, pliegues marcados, hocico corto, expresión decidida y digna.


En paralelo, se asentaba también su nuevo rol: perro de compañía, símbolo de firmeza y tenacidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, la imagen del Bulldog fue utilizada para representar el carácter resistente del pueblo británico, especialmente en la figura de Winston Churchill, apodado el “Bulldog británico”.


Expansión global y consolidación como ícono familiar


A lo largo del siglo XX, el Bulldog se expandió internacionalmente, posicionándose como una raza ideal para la vida familiar y urbana. Su apariencia única, sumada a un temperamento equilibrado, lo convirtió en una presencia constante en hogares, universidades, campañas publicitarias y cultura popular.


Más allá de su aspecto imponente, el Bulldog destaca por su lealtad profunda, su sensibilidad al entorno familiar y su capacidad de establecer vínculos afectivos sólidos con personas de todas las edades.


Conclusión: de gladiador a símbolo de nobleza


El Bulldog ha recorrido un camino extraordinario: de perro de pelea en los sangrientos espectáculos del bull-baiting, a compañero entrañable que ocupa el sofá de casa. Su historia es un testimonio vivo de cómo la crianza selectiva, guiada por principios éticos y visión a largo plazo, puede transformar incluso los orígenes más ásperos en una expresión de equilibrio, dignidad y afecto.


Quien conoce al Bulldog no solo ve a un perro compacto y musculoso: ve una herencia viva que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Porque, en el fondo, sigue siendo lo que siempre fue: valiente, leal y profundamente humano en su manera de amar.


 
 
 

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