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Intruismo laboral y vacío legal, un Oasis para las malas prácticas


Por Jenny M. E. Aragón Leyva


Disfruto muchísimo haber encontrado una fórmula que me permite unir mi amor por la docencia y por los animales y además, con ello, poder ser un agente positivo de cambio que impacte la vida de las personas. Desde que me interesé en el tema de las Intervenciones Asistidas con Animales una preocupación constante ha sido la responsabilidad que implica trabajar con animales y personas al mismo tiempo y asegurarme de que la experiencia sea agradable y significativa para todos los involucrados, el paciente o usuario, el perro o gato de terapia, los titulares de salud o educación, los voluntarios, la institución, sus familias, etc.

Cuando tenía ocho años de edad estaba jugando con una vecina y un perro tipo Cocker entró al área común donde estábamos. No le dimos importancia y seguimos jugando, pero cuando pasé cerca de él me mordió en la cara. El antirrábico capturó al perro y unas pocas horas después murió de rabia. Fue un momento crítico porque la mordida fue muy cerca de mi ojo derecho y no había disponible el suero de ratón lactante que se necesita por ser niña y luego con todas las dolorosas inyecciones que tuvieron que ponerme, algunas en el ombligo y otras en la espalda.

El apoyo, cariño y paciencia de mi papá fueron fundamentales para poder soportar las inyecciones. Recuerdo que había una enfermera en especial que era más paciente conmigo y mi papá buscaba la forma de que casi todos los días me tocara pasar con ella. Cuando me pusieron el último refuerzo mi mamá me organizó una fiesta y tuvo la claridad y lucidez para explicarme con mucho amor, que el perro no había querido hacerme daño, que estaba muy enfermo y eso me ayudó a procesar la experiencia de una manera funcional y a no desarrollar ningún tipo de miedo a los perros.

¿Por qué les comparto esta experiencia? Porque a lo largo de los 20 años que llevo aprendiendo, trabajando y diseñando sesiones de Intervenciones Asistidas con Animales, han sido muchos los casos de niños, adolescentes y adultos con miedo y hasta fobia a los perros, por una mala experiencia, con los que hemos podido trabajar y ayudar. Pero lo que es peor, es saber de un accidente que sucede durante una sesión de intervenciones asistidas con animales. ¿Cómo puede suceder esto si estamos con gente supuestamente especializada y profesional? Desde mi punto de vista hay dos motivos principales.


El primer motivo que ubico con claridad es el absoluto vacío legal que existe en nuestro país sobre los perros de Asistencia y los perros de Terapia. Apenas y son mencionados en alguna ley, pero ninguna los define con claridad, ni establece los procedimientos para su selección y trabajo, ni sus derechos de accesibilidad, ni ningún protocolo a seguir para garantizar la seguridad y bienestar de los usuarios, los guías o los animales. Tampoco existe ningún estándar oficial para las personas encargadas de diseñar, desarrollar o evaluar las sesiones, como tampoco lo hay para las personas encargadas de hacer la selección, adiestramiento, educación y mantenimiento de los animales. Hoy en día hay docenas de cursos que en un fin de semana te “certifican” como experto en adiestramiento y manejo de perros de Asistencia y perros de Terapia y ahora también hay múltiples cursos en línea que – sin una sola sesión supervisada ni con la posibilidad de observar a tu perro en vivo- te acreditan como experto en Intervenciones Asistidas con Animales.

A pesar de este vacío legal, sí se pueden encontrar grupos que trabajan de manera profesional y comprometida. Que tienen asesores apoyando los aspectos más técnicos y delicados del trabajo y que sí podemos considerar expertos por el tiempo que llevan desarrollando este trabajo, actualizándose, evaluando y mejorando sus protocolos de manera permanente.

El segundo motivo es el intrusismo laboral que se genera por un desbordado amor a los animales y deseos de ayudar a los demás, pero que no vienen acompañados de la formación e instrucción necesarias para realizar estas actividades profesionalmente y en cumplimiento de los estándares éticos correspondientes.

Entonces, podemos encontrar situaciones tan absurdas como psicólogos que recomiendan comprar un cachorro de una u otra raza para que se convierta en su Perro de Apoyo Emocional sin saber absolutamente nada de razas, función zootécnica, etología, adiestramiento, ni la legislación al respecto. Lo más nuevo es pagar entre $200-300 USD (dólares americanos de Estados Unidos) para llenar un cuestionario y tener una cita virtual y con eso el psicólogo te extiende un “certificado internacional con vigencia de 1 año” para que lleves a tu mascota (a quien no conoce, ni conocerá) como Animal de Apoyo Emocional en cualquier parte y para usar cualquier medio de transporte. Ojo, el psicólogo está capacitado para diagnosticar la condición del humano y si es psicoterapeuta, entonces también para realizar el proceso terapéutico. Sin embargo, no está calificado para hacer la selección, adiestramiento, manejo y aún menos para determinar si un animal está cumpliendo los estándares requeridos a nivel físico, mental o conductual para realizar el trabajo de un Perro de Asistencia o un Perro de Terapia. Por ello, considero irresponsable decir esto a los padres de familia y luego dejarlos con una responsabilidad adicional para la que no están preparados e incluso, exponiendo al animal a maltrato, al imponerle una carga para la que no está preparado.

Es muy importante que como padres buscando posibles tratamientos para nuestro hijo o cualquier otro familiar, no nos dejemos llevar por la posibilidad de una nueva alternativa. Sé que es difícil, pero en nuestra responsabilidad y además nuestro derecho saber si la persona que nos ofrece un servicio está calificada para brindarlo. Cuando una persona se maneja con ética y buenas prácticas te va a decir hasta dónde llega su área de experiencia y de ser necesario te canalizará con el experto que requieres.

Al final del día, el trabajo de los perros de Asistencia y los perros de Terapia involucra a varios seres vivos y se debe procurar el bienestar de todos y cada uno de ellos. Generalmente este trabajo requiere de equipos multidisciplinarios para garantizar que todas las áreas estén correctamente atendidas en todo momento.

No podemos dejar que la emoción por ayudar o el amor por los animales nuble nuestro juicio y caigamos en malas prácticas que pueden provocar un accidente y cambiar la vida de alguien en forma negativa. Una querida maestra de España que realiza intervenciones asistidas con caballos en una conferencia nos dijo: “toda situación que puede prevenirse no es un accidente, es negligencia”. Esta frase me hace mucho sentido y pone en evidencia la importancia de una correcta planeación de sesión, estrecho vínculo con el animal de terapia, conocimiento de las necesidades y características del paciente y buena comunicación entre el equipo de trabajo.

Si te interesa conocer más sobre los programas de Intervenciones Asistidas con Animales, no dudes en comunicarte con nosotros y con gusto te podemos dar una asesoría y/o capacitación.


jenn_aragon@yahoo.com.mx

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