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La selección de un cachorro y un semental de Bulldog


Por MVZ Dipl. Eduardo J. Hernández Rico


Antes de seleccionar un cachorro de Bulldog (o de cualquier otra raza), producto de nuestra crianza o que deseemos comprar, es importante preguntarnos: ¿Para qué lo queremos?, ¿para exhibirlo en exposiciones?, ¿para que sea nuestra mascota, o como reproductor? Cualquiera que vaya a ser su función, lo principal es que sea un cachorro saludable producto de ejemplares libres de enfermedades hereditarias y sin problemas de conducta.


Debemos también leer el estándar de la raza y entender perfectamente los aspectos esenciales para educar el ojo y saber identificar a un excelente ejemplar y diferenciarlo de una mascota.

Tener un buen ojo para los perros es una habilidad casi innata, de ver un perro como una sola pieza y reconocer el equilibrio, la calidad y corrección en cualquier raza. Algunos criadores simplemente no han nacido con un “buen ojo” para los perros. A pesar de haber leído y estudiado el estándar de su raza, pueden ser incapaces de evaluar correctamente la estructura y movimiento en los perros que crían. Por lo tanto, son ciegos a los defectos de sus perros.

Al seleccionar un cachorro o un futuro semental para nuestra hembra, debemos evitar darle demasiada importancia a una sola característica tanto que perjudique la corrección del perro en su totalidad. Aunque muchos criadores tratan de acentuar la excelencia de un perro entero, es parte de la naturaleza humana realzar alguna característica particular. Un criador puede ser perfeccionista en frentes y algunos otros en líneas de espaldas o cabezas. El peligro aquí es que el enfocarnos en la búsqueda de solo una parte del cuerpo puede volvernos ciegos hacia otras faltas que pueden meterse sigilosamente en un programa de crianza.


Lo adecuado será seleccionar ejemplares evaluándolos en su totalidad, buscando proporción y simetría, movimiento correcto, ausencia de defectos graves en los puntos finos que hacen que el Bulldog sea y parezca Bulldog, y a los que el estándar concede el mayor número de puntos (nariz, cráneo, mandíbula, hombros y espalda). Si deseamos un ejemplar para exposición, esta evaluación la haremos cuando el ejemplar tenga al menos seis meses.


Este debe ser un proceso de selección cuidadoso, en el que debemos elegir al cachorro o a un semental con unos criterios estrictos y unas ideas claras de lo que buscamos. No consiste en cruzar por ser campeones, sino en tratar de averiguar objetivamente, si nuestra hembra puede aportar algo a la raza y buscarle un macho que complemente sus cualidades. Igualmente, al adquirir un cachorro, el que sea hijo de campeones no garantiza que él también lo será, pero si es producto de ejemplares saludables, es muy probable que goce de buena salud. Evite adquirir cachorros sin antecedentes de buena salud o de líneas de sangre que hayan manifestado alguna enfermedad hereditaria.

Las enfermedades hereditarias más comunes en la raza Bulldog Inglés son:


Ortopédicas:

  • Luxación congénita de la rótula (anormalidad y dolor en una o ambas rodillas).

  • Cierre prematuro de la fisis cubital distal (los miembros anteriores se curvan a la altura de las muñecas).

  • Espina bífida y hemivértebra (malformaciones en columna vertebral).

  • Displasia de cadera (malformación en articulación de la cadera).


Oculares:

  • Prolapso de glándula del tercer párpado (se observa como una carnosidad rosada circular en el borde interno de uno o ambos ojos).

  • Entropión (el párpado se enrolla hacia adentro del ojo y las pestañas lastiman la córnea).

Respiratorias:

  • Síndrome Braquiocefálico (insuficiencia respiratoria por paladar blando muy largo y fosas nasales muy cerradas).

  • Hipoplasia laríngea (laringe muy pequeña).

Dermatológicas:

  • Sarna Demodécica (se hereda una inmunodeficiencia que provoca la multiplicación de ácaros de sarna).

Cardiacas:

  • Estenosis de la válvula pulmonar y persistencia de ducto arterioso (anormalidades del corazón).

Digestivas:

  • Paladar hendido (surco en el paladar que comunica la cavidad oral con los senos nasales).


Reproductivas:

  • Criptorquidismo unilateral o bilateral (ausencia de uno o ambos testículos).

  • Desbalance ovárico tipo 1 (provoca problemas de piel, sangrado excesivo durante el celo e infertilidad).

Urinarias:

  • Hiperuricosuria (predispone la formación de cálculos en el aparato urinario).

Otras:

  • Anasarca (edema generalizado: piel, tórax, abdomen, cráneo y órganos).

  • Hernia umbilical.

  • Sordera.

  • Epilepsia.


Son muchos los padecimientos hereditarios que pueden afectar a la raza, pero la crianza responsable los ha eliminado poco a poco, sin embargo, las personas que crían sin planeación son los que mantienen en sus perros esos genes indeseables, y el que los compra es el que paga las consecuencias de reproducir en forma irresponsable.

Es tarea de los que criamos en forma seria orientar a la gente para que evite comprar o cruzar a sus hembras con perros que puedan propagar estos genes y asesorar al nuevo criador para que reproduzca sólo para el mejoramiento de la raza en busca de perfección física, de temperamento y sobre todo de ejemplares cada vez más saludables. Recordemos que lo barato sale caro, para adquirir un Bulldog o cruzar una hembra lo más importante es acudir con criadores especializados y con prestigio.

La mayoría de los criadores expertos están de acuerdo en tres importantes consideraciones para la selección de un semental, en un programa de crianza.


  1. Estructura lo más cercana posible al ideal, sin olvidar el temperamento y el movimiento.

  2. Calidad del pedigree, que nos informa si el candidato posee genes valiosos disponibles. Si estudiamos el pedigree de las grandes estrellas del presente y del pasado, notaremos que esos ejemplares normalmente no son producto de la casualidad o de accidentes, sino de la herencia de buenos genes.

  3. Progenie consistente, debería ser la primera consideración en la selección de un semental. Es la capacidad de producir constantemente cachorros de calidad superior. La consistencia de un semental o su demostrada habilidad para producir cachorros mejores que el promedio, es una virtud para la cual no existen sustitutos.

Ser muy objetivos y no permitir que la admiración hacia un ejemplar y sus triunfos nos cieguen de sus faltas, es también de gran importancia para seleccionar un semental.


Ningún semental está genéticamente libre de defectos, por lo que el criador inteligente debe siempre preguntarse si el semental reconocido en las pistas por su gran conformación, es también un excelente reproductor. Por otro lado, si el semental considerado presenta aparentemente un solo defecto que le ha impedido triunfar en las pistas y posee muchas cualidades, el criador debe decidir, basado en la información genética conocida del pedigree y la calidad de los hijos producidos, si lo utiliza en su plan de crianza o no. Si el semental produce sus cualidades sin producir su defecto será un muy buen candidato, aunque no sea exitoso en los rines, pero si el semental produce lo bueno, pero también el defecto que lo limita, no deberá utilizarse para la crianza.

Siempre existirá el problema de seleccionar un macho muy joven, quien tiene escasa progenie o ninguna, como para establecer si es buen reproductor o no. En estos casos debemos evaluar si sus padres fueron ejemplares de gran calidad y productores consistentes, si la respuesta es afirmativa es probable que el joven semental produzca con igual éxito que sus antepasados, es probable, pero no seguro, la infalibilidad no existe. Los abuelos son importantes porque sus genes están muy próximos. Si ve en ellos algo que no le gusta nada, piénselo dos veces, porque puede reaparecer el defecto en su camada.

Cada cruza es una aventura y aunque un buen programa de crianza inclina la balanza del lado del criador, no hay garantía. El riesgo existe, pero es algo calculado que el criador inteligente lo preferirá sobre las cruzas sin ninguna planeación o sobre la utilización del mismo macho para todas las hembras. Ningún semental es el ideal para aparear a todas las hembras, por lo que las personas que sólo utilizan al semental que tienen en casa o el criadero están destinadas a fracasar.

No existe ninguna razón válida para escatimar recursos en la crianza de perros de raza pura o para criar con mediocridad. El criador ético, gustoso pagará un buen precio por un semental exitoso y genéticamente valioso que le hará dar un gran paso para conseguir un ejemplar de excelente calidad en su raza. Al mismo tiempo, el propietario del semental deberá establecer un precio lo suficientemente alto, pero justo, para proteger a las razas de los vendedores de perros que buscan a los grandes sementales, no para mejorar la raza, sino únicamente para obtener cachorros de mayor valor, pero sin ninguna planeación de crianza.

Año tras año aparecen nuevos perros y combinaciones de sangres que incrementan continuamente el material disponible. Estudiar los animales nuevos y sus progenies es una buena forma de mantenerse al tanto de los recursos de cría existentes, pero cuando se piensa cruzar una perra, hay que considerar también otros detalles.


Establecer un plan de crianza:

Márquese siempre un objetivo para la próxima camada. Probablemente tendrá una idea formada de las características que forman el ideal; empeñarse en reunirlas todas en una sola camada es poco realista y el criador no sacará de ello sino frustración. Es mucho mejor marcarse objetivos parciales que vayan acercando poco a poco los resultados al canon perfecto.


Analizar a la hembra:

Todos los buenos apareamientos empiezan por un estudio desapasionado de la perra. Esfuércese por observar la suya desde la perspectiva de un juez. Identifique tanto sus puntos débiles como los fuertes. Hable con criadores experimentados para averiguar de dónde proceden esos rasgos y haga lo posible por identificar algunos de los antepasados de su pedigree, para averiguar en qué contribuyeron a las características actuales de su perra.


*Elija un semental que complemente las características de la hembra:

El macho ideal no debe tener ninguno de los defectos de la perra; lo mejor sería, naturalmente, disponer de evidencias de que el macho puede corregir esos defectos en la descendencia. Conviene, además, que tenga tantas de sus cualidades como sea posible. Tampoco debe aportar al plan de cría ningún defecto de consideración. Examine personalmente todos los cachorros que pueda para saber lo que cabe esperar del semental escogido. No olvide tampoco estudiar las perras con las que se ha apareado. Quizá consiga localizar un animal que haya sido cruzado con una perra de características parecidas a las de la suya; el resultado de esa operación es, por supuesto, valiosísimo. Si piensa cruzar líneas de sangre diferentes, infórmese sobre los posibles antecedentes de ese tipo de cruza y sobre los resultados obtenidos. Localice ancestros comunes y determine sus caracteres dominantes y recesivos, sus virtudes y sus defectos. Preocúpese sobre todo por los aspectos que más le interesan.

*Evaluación personal del semental:

El contacto directo con el animal enseña virtudes y defectos que ninguna fotografía refleja. Palpar los perros permite comparar sus estructuras. Al principio esto no dice mucho, pero hay que perseverar, porque se trata de un saber que sólo enseña la práctica.

*Consultar a otros criadores:

Las opiniones de otras personas hay que sopesarlas con cuidado. La competencia entre los servicios de cría es intensa y no hay que esperar alabanzas de los propietarios de otros sementales. Sin embargo, cuando se escucha el mismo comentario a unas cuantas personas merece la pena comprobarlo. Los dueños de perras que han usado el mismo semental constituyen una buena fuente de información. Por desgracia, los rumores y las murmuraciones, tan perjudiciales siempre, son muy abundantes. Si ha hecho una valoración meticulosa de los defectos de su perra, hable con el dueño del semental y pregúntele si cree que su perro contribuiría a eliminarlos. Si el perro se ha usado muchas veces como semental o si el propietario está familiarizado con la línea genética, estará en condiciones de proporcionarle una respuesta satisfactoria. Por supuesto, conviene desconfiar de quien afirma que su perro es capaz de corregir todos y cada uno de los defectos de una perra.


El propietario de un semental tiene una gran responsabilidad porque con frecuencia se convierte en el asesor de los dueños de las hembras que buscan mejorar sus ejemplares. Debe ser un criador serio y conocedor de todas las características positivas que posee su ejemplar, así como de los genes que fijan defectos. Sólo con el completo conocimiento de la genética de su semental podrá tomar decisiones inteligentes para otros.

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