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Foto del escritorPerrosPuraSangre

Sociedad y cultura del lupus familiaris


Dr. Raúl García Miranda | M.V.Z. Luis Arturo García Domínguez | M.V.Z. Beatriz Figueroa Andrade


Llegaron con entusiasmo y muy bien bañados y cambiados de ropa. Ellos, los nietos, saben perfectamente que deben estar muy bien presentados si Mamá Grande y el Tata, o sea los abuelos, los van a llevar a un lugar. Ciertamente, al pasar por el lugar al que iban a llevar los abuelos a los nietos, llamaban tu atención las figuras de dos dinosaurios; un Tiranosaurio Rex y un Saurópodo o cuello largo.

La publicidad de la exhibición decía que los dinosaurios ahí representados en fibra de vidrio, estaban hechos al tamaño real de cada uno de ellos. Los nietos -fanáticos de los dinosaurios por algunos documentales en la televisión-, nos habían pedido a mi esposa y a mí que los lleváramos. Realmente también interesados nosotros, los abuelos, nos pusimos de acuerdo y fuimos a ver la exhibición.


Salimos realmente sorprendidos y muy contentos. Aprendimos mucho. La exhibición era guiada. Nuestra guía fue una joven que realmente sabía mucho de dinosaurios, por lo menos de los que estaban ahí expuestos. Desde que inició el recorrido me llamó la atención, que continuamente la chica guía hablaba de estos animales, su sociedad y su cultura.


Una vez que salimos de la exhibición, el siguiente paso fue ir a comer una gran hamburguesa y comentamos que nos parecíamos a los “Picapiedra” y su comida hecha a base de costilla de brontosuario. Terminó la tarde, los nietos fueron entregados a sus papás y mi esposa y yo nos fuimos a casa. Al llegar a ella seguimos hablando de lo bien que había estado la tarde y de lo interesante que había sido asistir a conocer algo más de los dinosaurios.

Durante la plática comenté varias veces el hecho de que la guía se refería a la sociedad y la cultura de los dinosaurios. Mi esposa y yo llegamos a la conclusión, según nosotros muy bien razonada, de que se podía hablar de una sociedad y socialización en los animales, pero que el término cultura no debía ser usado cuando te referías a animales.

Desde que llegamos a la casa la manada fue a darnos la bienvenida, pero como siempre, una vez que nos dieron la bienvenida, los perros (hembras y machos) se fueron a sus asuntos excepto Lana, la Border Colli; ella también -como siempre-, estuvo echada en su cojín escuchando la plática entre mi esposa y yo. Una vez que se hizo de noche nos empezamos a preparar para dormir, cuando Lana me dijo: <<Quiero hablar contigo>>.

A paso lento, no porque quiera andar a ese ritmo, sino porque a mis 70 años los reumas me obligan a ir a paso lento, regresé a la sala y me senté. <<Está bien Lana -le dije a la perra-, de qué quieres hablar conmigo>>. La perra tiene una mirada profunda, me vio a los ojos y me dijo: <<Define sociedad>>. De momento no supe qué contestar, pero pedí unos instantes para pensar y le dije a la perra: <<Sociedad se define como un conjunto de personas que se relacionan entre sí de manera organizada y que comparten algunas características que los hacen similares>>.

<<Muy bien -contestó la perra-, ahora define cultura>>. Volví a pedir unos instantes para pensar y le dije: <<Cultura se define así, es un conjunto de conocimientos e ideas de los seres humanos que se adquieren a través del desarrollo de la inteligencia y los sentimientos y pueden ser influenciadas por tradiciones y costumbres. ¿Contenta?>> Le pregunté a la perra… <<porque ya es tarde y tengo sueño y por lo tanto me voy a dormir, si quieres continuar con el tema, mañana le seguimos; buenas noches…>> y me fui a dormir.


A la mañana siguiente me levanté para iniciar con mis tareas habituales con la manada. Recoger platones de alimento, poner agua limpia y fresca en los bebederos, lavar perreras, recoger excremento del pasto y jugar y acariciar a todos los perros. Sin embargo, noté que los perros no estaban contentos y de buen humor como siempre. Bueno, ya se les pasará, pensé; sirve que acabo rápido porque tengo muchas cosas que hacer. Empero, noté que me observaban y no me quitaban la vista de encima. Ante lo evidente los llamé a todos y pregunté: << ¿De qué se trata?, ¿qué traen?>> Obviamente la respuesta vino de la intelectual del grupo, la Border Colli, Lana.

<<En realidad -me dijo-, sólo estamos ofendidos contigo, todos. Sigues siendo nuestro amigo, pero ante tu discriminación y mala onda hacia todos nosotros, no tenemos ganas de estar contigo, menos de jugar o de entusiasmarnos con tu presencia. Así es que estamos esperando que termines para seguir con nuestro rollo. Una vez que acabes, tú ve a hacer lo que tengas que hacer y no nos molestes>>.


¡Pácatelas! ¿Y ora qué onda? Dejé de hacer lo que estaba haciendo y les pregunté con severidad. <<Perras y perros de esta manada, explíquenme de que están hablando, no entiendo nada>>. Zam, la Fox Terrier, tomó la palabra y me dijo. <<Mira, como siempre ya se nos pasará, pero por ahora nos caes gordo, así es que termina y vete>>.

<< ¡Ah no! ¿Quiénes se creen? –exclamé-. Ahora me explican, perras y perros raros, ¿de qué cosa hablan?>> Los siete se quedaron callados. Nadie hablaba. Se veían unos a otros hasta que poco a poco todos voltearon a ver a Lana como diciéndole, ¡órale, fue idea tuya! dile algo a este señor.


Lana se paró y empezó a hablar. <<El día de ayer fuiste con tus nietos a ver una exhibición de dinosaurios, ¿cierto?>>.


<<Cierto –contesté-, ¿y eso qué?, ¿a ustedes qué?, ¿están enojados porque querían ir?>>

<<A ver, a ver, -dijo la perra-. No me interrumpas. Si no me dejas terminar, no te voy a poder explicar. En esa exhibición de animales que ya no existen, escuchaste varias veces la palabra sociedad y la palabra cultura refiriéndose a ellos, ¿cierto?>> “Cierto”, contesté.

La perra continuó: <<Según tu corta y pésima inteligencia, a los animales se les puede aplicar operativamente la palabra sociedad, pero no la palabra cultura. Ayer te pedí que definieras “sociedad” y tu respuesta fue: Conjunto de personas que se relacionan entre sí de manera organizada y que comparten algunas características que los hacen similares. Tu definición se refiere a la sociedad humana, por eso tu respuesta dice “conjunto de personas”. Eso quiere decir que un conjunto de animales o más específicamente de perros, no podemos formar una sociedad porque la sociedad sólo la forman personas. ¿Cierto?>> No contesté, me quedé callado.


La perra continuó. <<Esto significa que esta manada, esta jauría, que tiene una conformación multi-especie, humanos y perros, no representa una sociedad. ¿Entonces que somos?, ¿no nos relacionamos de manera organizada?, ¿no tenemos algunas características que nos hacen similares? ¡Ah ya sé, es que no somos humanos todos en la manada!, ¡algunos sólo somos perros!>>


Continuó la perra. <<También te pedí ayer que definieras “cultura” y esta fue tu respuesta: Conjunto de conocimientos e ideas de los seres humanos que se adquieren a través del desarrollo de la inteligencia y los sentimientos y pueden ser influenciados por tradiciones y costumbres. ¿Te fijas en tu definición? Conocimientos e ideas de los seres humanos, ¿y los perros qué? Se adquieren a través del desarrollo de la inteligencia y los sentimientos ¿sólo humanos? Ayer te escuché declarar en forma contundente que el concepto cultura no se podía aplicar a los animales>>.

<<Tienes muchos años -continuó la perra-, conviviendo con perros. Han pasado generaciones de nuestra especie por tu vida y te atreves a negar que existe la sociedad y la cultura en los perros. Si la canofilia representa una sociedad porque es organizada y está formada por seres de características similares ¿crees que existiría sin los perros?, ¿habría canófilos sin perros?>>

<<Y si las sociedades canófilas adquieren conocimientos y los desarrollan a través de la inteligencia y los sentimientos ¿lo podrían hacer sin nosotros los perros?>>

Los perros son la base, son el fundamento de la sociedad y la cultura que se desarrolla alrededor de ellos. Sin perros no existe la canofilia y tú, sí tú, humano impertinente, te atreviste a decir, a definir, ambos conceptos como exclusivos de los seres humanos, dejándonos a nosotros los perros fuera>>.

¡Caramba! me quedé callado un momento, tomé la palabra y les dije que como lo había definido el día de ayer estaba equivocado, que en la “sociedad” y la “cultura” canófila los perros son tan importantes como los humanos.


Al final, son perros y todo perdonan, en unos minutos estábamos jugando. Ellos como si nada, yo con un gran aprendizaje.

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