Por. Dr. Raúl García Miranda
M.V.Z. Luis Arturo García Domínguez
M.V.Z. Beatriz Figueroa Andrade
Ahora que los espectáculos con animales están prohibidos y todo debe hacerse con fines educativos y no de diversión o esparcimiento. En “Triaca, perros entrenados para el alto rendimiento” y en “Triaca-Vet, La salud de tu mascota en manos de expertos”, nos hemos dado a la tarea de evolucionar. La evolución desde luego significa cambiar y en el transcurso de la vida de este planeta nos hemos dado cuenta en nuestro presente y en nuestra historia que muchos seres vivos que cambian, me refiero a los reinos animal y vegetal de la naturaleza, y mejoran, se adaptan y evolutivamente triunfan.
Sin embargo, hay especies vivas que no lograron cambiar adecuadamente porque lo hicieron de manera muy lenta o porque lo hicieron mal evolutivamente y estas especies, tanto vegetales como animales, desaparecieron.
Existieron especies que no lograron cambiar junto con su medio ambiente y desaparecieron. Fundamentalmente lo que cambió fue su medio ambiente, es decir, su hábitat y el entorno de éste. Hoy el medio ambiente cambia de forma muy intensa y vemos cómo algunas especies se adaptan en forma casi inmediata y otras desaparecen porque su hábitat ya no es compatible para su subsistencia.
Hablar de la zona del Bajío en México es comentar del corredor industrial del estado de Guanajuato. ¿Por qué se le llama Bajío? Porque está en la parte baja. ¿En la parte baja de qué? De una región de Jalisco que se encuentra entre León y Guadalajara y que se denomina región de Los Altos. La tierra de los Altos de Jalisco es roja, colorada, con pastizales para el ganado, la tierra del Bajío es negra, oscura, sumamente fértil para la siembra de granos y hortalizas. El Bajío es una zona plana con algunos cerros y montañas de baja altitud, pero fundamentalmente es un enorme valle que empieza en León y termina después de Celaya, un poco antes de Querétaro. Pasa por León, Silao, Romita, Irapuato, Abasolo, Pénjamo, Salamanca, Celaya y algunos municipios circunvecinos a estas ciudades.
Hasta aquí todo va bien en la explicación de la evolución y el Bajío ¿Qué tiene que ver eso con los perros? El tema tiene que ver con los canes porque hemos perdido el equilibrio con el medio ambiente por la cantidad de perros callejeros, cuya presencia afecta severamente la sustentabilidad ambiental en el Bajío mexicano y me parece que en todo el país.
Un ejemplo. Se calcula -se calcula porque es un dato aproximado, muy difícil de especificar con precisión- que en León existen en la actualidad entre 33 mil y 40 mil perros en situación de calle. Se calcula también que en promedio entre los perros grandes y los pequeños desechan de 300 a 400 gramos de excremento diario. Si tomamos las cifras más conservadoras de 33 mil perros y 300 gramos de excremento por perro, producto del fecalismo al aire libre, en León hay diario en sus calles 9,900 kilos de excremento, es decir, 10 toneladas diarias de heces fecales. Estas 10 toneladas son por día, es decir, al día siguiente hay otras 10 toneladas, así que van veinte, etc. En una semana se juntan en León 70 toneladas de excremento, producto del fecalismo al aire libre de los perros en situación de calle. La cantidad es realmente enorme, imagínese si hiciéramos la cuenta con la cantidad superior de 40 mil perros y 400 gramos de excremento, la cantidad es de 16 toneladas diarias de excremento.
A este problema que afecta severamente al medio ambiente y su sustentabilidad, se le deben agregar algunos conflictos colaterales, pero directamente relacionados con él. El perro que no está en situación de calle, pero el dueño lo saca de casa a defecar en la calle sin recoger las heces. La deshidratación del excremento producida por el sol, hace que se pulverice y vuele a la comida y respiración de los habitantes humanos. Y desde luego, la enorme reproducción de estos perros en situación de calle, sin ningún control.
Hoy, todos reconocemos que existe una problemática ambiental; el cambio climático, el calentamiento global, la contaminación no sólo del aire sino también del agua y la tierra, etc. Para esta problemática ambiental, los pueblos a través de sus representantes (diputados federales y senadores, diputados locales, síndicos, etc.), hacen una legislación y política pública ambiental que desafortunadamente no incluye políticas sociales integrales, ni las correspondientes herramientas de gestión ambiental.
Este artículo no tiene como propósito hablar bien o mal de los gobernantes y sus partidos políticos, por supuesto que tengo mi simpatía política igual que ustedes amables lectoras y lectores y estoy convencido de que todos debemos respetar y ser respetados. El artículo tiene como propósito sensibilizar a los tenedores responsables de perros (entre los que nos incluimos), para educar a las personas de nuestro derredor respecto del enorme daño que se genera cuando rompemos el equilibrio ecológico y alteramos la sustentabilidad de la ecología.
Sé -y lo sé bien-, que nuestra Federación Canófila Mexicana hace esfuerzos permanentes por instruir en la canofilia a las personas. Sé que nuestra revista Perros Pura Sangre tiene como uno de sus objetivos informar con veracidad a las personas, colaborando en su afición canófila. Sin embargo, en mi opinión nos hace falta involucrarnos todos en la educación de la tenencia responsable de mascotas -especialmente perros-, que es la mascota que más tienen los hogares mexicanos.
Cuando nos ponemos a pensar en el problema global, no sólo el fecalismo al aire libre que puse como ejemplo, sino también en las zoonosis, en la afectación psicológica y de valores de nuestras niñas y niños cuando les enseñamos que los perros en situación de calle son normales, etc. Nos damos cuenta que el perro debería ser un ícono, un símbolo de buena educación en valores y civismo para todos.
Dicen los profesores de ambos géneros de la escuela primaria de mis nietos que ellos, mujeres y hombres quienes ahora transitan por la infancia y la pubertad, serán la generación que cambiará al mundo para bien. ¿Y si el tiempo no nos alcanza para evolucionar? La historia del planeta nos muestra que hubo especies que no alcanzaron a evolucionar y desaparecieron. El perro ha sido, es y seguirá siendo un estandarte que enarbolo frecuentemente para hablar de medio ambiente y sustentabilidad. ¿El perro es el mejor símbolo para ello? No sé si lo sea, pero es el que yo he encontrado para concientizar de muchos temas a niñas, jóvenes, adultas y viejos. El perro es tan cercano a las familias que es un ejemplo fácilmente entendible para todos; de todas las edades, niveles socio-económicos, educativos, etc.
Hoy, en esta certeza que tengo de que la canofilia está en una profunda evolución, los perros son un ejemplo buenísimo de valores. La canofilia no va a desaparecer, para que eso suceda tendrían (tendríamos, más bien) que extinguirse los canófilos y estos no sólo no están desapareciendo, sino que cada vez son (somos) más.
Un porcentaje muy alto de los hogares en México tienen una mascota y la más frecuente es el perro. Escuché en una plática que el 85 % de los hogares en México tienen una mascota y de este porcentaje, el 75 % son perros. No sé si el dato es correcto, pero lo que sí sé es que los perros que llegan a hogares con dueños responsables de la tenencia de ellos no son una mascota, son amigos de los humanos, parte de la familia y reciben el trato correspondiente a un ser sintiente de manera orgánica y emocional. Los perros sienten en su organismo y en sus emociones.
Me disculpo de antemano con quien no esté de acuerdo. Desde luego que todas las opiniones son respetables y deben ser consideradas. No obstante, estoy convencido de las palabras de Mahatma Gandhi: La educación de un pueblo puede medirse en la forma como trata a los animales.
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